La Esposa – Con los Ojos Abiertos

“Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.” – Génesis 29:20

Mi esposo y yo estamos a pocos días de celebrar nuestro trigésimo aniversario de casados. Al pensar en el tiempo que significa 30 años, no puedo evitar recordar el versículo bíblico que encabeza este escrito, pues él me lo escribió en un papel para que lo leyera cuando apenas estábamos comenzando. Hemos atravesado muchas cosas juntos durante estas tres décadas: tiempos buenos, de salud, de disfrutar, de alcanzar metas y también tiempos difíciles, de pruebas, escasez, fracasos; pero cada etapa, cada proceso ha sido esencial para nuestro crecimiento y el tiempo no parece tan largo porque el amor ha sido constante. Por eso estamos profundamente agradecidos de Dios. Sin Su amor, no pudiéramos ni supiéramos amar.

En Consejería Pre-Matrimonial, una de las metas de los consejeros es hacer que la pareja pueda quitarse las “gafas color de rosa” de manera que comprendan que en el matrimonio van a enfrentar unas realidades para las que hace falta madurez y conocimiento de la verdad bíblica. En nuestro caso, hace tiempo que se nos cayeron las “gafas color de rosa”, enfrentamos el matrimonio con los ojos abiertos y con la gracia de Dios.

Recuerdo que durante los primeros años luchaba constantemente con la necesidad de agradar a los demás. Esto era algo que en ocasiones afectaba mi relación con mi esposo porque me incomodaba si él no se amoldaba a lo que yo pensaba que eran las expectativas de otras personas sobre él o sobre nuestro matrimonio. Mi actitud imponía un carga impropia y pesada en nuestra relación. Poco a poco, he ido aprendiendo que el matrimonio fue creado para honrar a Dios, para Su gloria, no para llenar las expectativas de la gente, ni siquiera las mías porque el amor no es egoísta. Al ir comprendiendo esto, he encontrado mayor satisfacción en mi matrimonio.

En este tiempo en el que las redes sociales pueden causar presión sobre las parejas casadas sobre cómo debe ser el matrimonio, qué actividades deben hacer los fines de semana, qué tipo de casa deben tener y cómo decorarla, a dónde ir de vacaciones, cuántos hijos deben tener y cómo criarlos, es liberador conocer la verdad bíblica de que el matrimonio fue diseñado por Dios para que lo glorifique a Él, mostrando al mundo Su amor por la Iglesia. Es maravilloso vivir con gratitud por nuestro matrimonio pues el contentamiento produce libertad de las cargas que nos imponen las expectativas irreales.

Leyendo la biografía de Elisabeth Elliot, en lo que fue su breve matrimonio con Jim Elliot (misionero que murió a manos de los indígenas a los cuales estaba tratando de evangelizar), he encontrado citas de ella mientras estaba en la misión en Ecuador, viviendo entre los indígenas, que han impactado mi corazón. Ella escribía sobre la paciencia, sabiduría y bondad de su esposo: “Nadie pudiera pedir más de la vida que ser amada como yo soy amada.” La gratitud de ella por su esposo, su admiración y respeto por él la hacían continuamente evaluarse a sí misma para reconocer sus faltas en lugar de andar culpándolo a él o a las circunstancias. La vida de Elisabeth Elliot, a quien admiro muchísimo, me sigue enseñando. Dios le dio la madurez para descubrir estas cosas durante sus primeros años de casada y era necesario, porque ella enviudó joven. ¡Qué bendición que pudo apreciar, admirar y expresar el respeto por su esposo mientras estuvieron casados!

A mí me ha tomado más tiempo aprender, pero estoy cada vez más contenta de que tengo los ojos abiertos. Primero que todo, abiertos para aprender y aplicar cada vez mejor la verdad bíblica sobre el matrimonio. Segundo, los mantengo abiertos para valorar, apreciar y admirar las cualidades maravillosas de mi amado esposo: creyente de Dios, valiente, persistente, firme, honrado, íntegro, paciente (¡gracias a Dios!), amoroso y dedicado a su familia, entre muchas otras que pudiera mencionar. Tercero, mis ojos están abiertos para identificar pensamientos, actitudes y conductas en mí que necesitan ser transformadas por el poder de la Palabra de Dios.

Al aproximarse el día de nuestro aniversario #30, nuestros corazones celebran y agradecen a Dios por todo lo que Él ha hecho. Encaramos las próximas décadas con la visión clara de que anhelamos seguir honrando a Dios con nuestro matrimonio, reconociendo que Su meta más que nuestra felicidad, es nuestra santificación y eso es bueno porque lo glorifica a Él.

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