La Esposa Contenta

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.”

Génesis 3:1-3

Durante las últimas semanas, pudiera decir que, por casualidad para mí, pero por propósito de Dios, me he encontrado leyendo en diferentes fuentes y ocasiones sobre el tema del contentamiento. Este tema siempre se hace relevante pues es algo con lo que lidiamos constantemente.

Una de las lecturas que más me impactó fue breve, pero profunda. Fue sobre Eva. A ella no le faltaba nada en el Edén, sin embargo, cuando llegó la tentación, ella no estuvo contenta con lo que tenía. Su falta de contentamiento la hizo caer en el pecado de la desobediencia. Eva y Adán tenían todo lo que necesitaban en el Huerto del Edén, una relación sana, provisión, trabajo, vivienda y lo mejor de todo, comunión íntima con Dios. Pero la pregunta de la serpiente hizo que Eva pensara en el árbol del que se le había prohibido comer, lo único que “no tenía”. Su vida era plena. Probablemente, muchas de nosotras pensaríamos que su situación debía ser de total contentamiento. Por eso nos impacta tanto, pues nos hace pensar en cómo las mujeres somos muy a menudo tentadas por el descontento.

El contentamiento y la gratitud van de la mano porque cuando estamos contentas, somos agradecidas. Pero cuando sucumbimos a la falta de contentamiento, comenzamos a enfocarnos en lo que pensamos que nos merecemos y no tenemos. Entonces caemos también en el pecado de la queja. Comenzamos a quejarnos de que el esposo “no hace esto o lo otro”, o “no es suficiente atento, o cariñoso, o cooperador, o romántico…”. Nos causa insatisfacción que nuestra casa no parezca “de revista” porque no tenemos las últimas tendencias de decoración. La falta de contentamiento puede estar ligada a muchas áreas de la vida, como nuestro cuerpo, la salud, la alimentación, el manejo del tiempo y tantas otras… Pensamos que merecemos estar en una mejor situación o nos causa envidia que otras personas estén en una situación que consideramos ideal. En cuántas ocasiones he tenido que pedir perdón porque en lugar de tener una actitud de gratitud, he tenido una de queja porque no he logrado algo que pienso que necesito alcanzar en mi vida en un momento determinado. Esto deshonra a Dios porque me estoy enfocando en mí y pienso que yo si sé lo que debo lograr o tener cuando el que conoce todo de principio a fin y tiene un plan infalible es Él(Jeremías 29:11).

Pensando en un buen ejemplo bíblico de la esposa contenta, retorné al pasaje de la Mujer Virtuosa en Proverbios 31:10-31. La clave del contentamiento de la Mujer Virtuosa es que ella es temerosa de Dios, es decir, que lo honra con toda su vida, que somete a Él su voluntad. Ella disfruta de una relación sana y confiable con su esposo (31:11-12), experimenta plenitud en su vida hogareña y en sus empresas (31:13-19), extiende bendición a otros dando con gratitud de lo que por la gracia de Dios ha recibido (31:20), está confiada en que su vida, su familia y su futuro está seguro (31:25b). La sabiduría dirige sus palabras y tiene la certeza de que sus vestiduras más elegantes son la fuerza y el honor (31:25-26). La mujer virtuosa honra a Dios con su tiempo, sus recursos, sus relaciones y su vida. El elogio del esposo y de los hijos termina diciendo: “Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.” El contentamiento bíblico rinde frutos. ¡Qué hermosa bendición!

En su carta a los Filipenses, el apóstol Pablo escribe que él ha aprendido a contentarse en medio de cualquier situación en la que se encuentre (Filipenses 4:11). Así que, el contentamiento es algo que podemos aprender. El contentamiento bíblico es la confianza en la soberanía y la bondad de Dios que produce en nuestras vidas el fruto de gozo, paz y acción de gracias, independientemente de las circunstancias externas. El fundamento del contentamiento es la naturaleza inmutable del Señor. Lo honramos cuando aprendemos a estar contentas con Su diseño divino en nosotras, con su obra en nuestras vidas, con nuestro matrimonio, nuestra familia, el llamado que nos ha hecho, reconociendo que todo lo que somos y lo que tenemos proviene de Él.

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