“Todos deben considerar el matrimonio como algo muy valioso.” – Hebreos 13:4 (TLA)
En Puerto Rico y en los Estados Unidos de América, la celebración de bodas es muy popular durante el verano. Esta temporada, con sus días soleados, hace que las fotos de las bodas queden muy bonitas y el clima es generalmente bueno para la celebración. Asistir a una boda es una experiencia hermosa en la que compartimos el regocijo de la pareja y sus familias. Lamentablemente, cada año se celebran menos y menos bodas debido a que la institución del matrimonio lleva tiempo siendo desprestigiada.
El matrimonio ha estado bajo ataque por décadas. La institución del matrimonio ha caído en el deterioro debido a que se le ha restado importancia al vital significado que tiene en la sociedad. El matrimonio es la base de la familia y cuando éste se desintegra, la familia sufre las consecuencias. Por largo tiempo, hemos visto cómo el gobierno, el sistema judicial, los medios y la cultura han influido en la sociedad de manera que el matrimonio se ve como una carga, como algo menos importante que una profesión o una carrera, como un objeto de bromas. El enfoque del mundo en que vivimos es individualista, lo cual es contrario al fundamento del matrimonio que es el amor abnegado entre un hombre y una mujer.

De manera similar, enseña a las mujeres mayores a vivir de una manera que honre a Dios. No deben calumniar a nadie ni emborracharse. En cambio, deberían enseñarles a otros lo que es bueno. Esas mujeres mayores tienen que instruir a las más jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos. – Tito 2:3-4 (NTV)
Como esposas, tenemos el llamado de ser ejemplo para nuestras hijas y para las mujeres más jóvenes. El apóstol Pablo en su carta a Tito, capítulo 2, verso 3 instruye a las mujeres mayores a enseñar a las más jóvenes a amar al esposo. Estamos llamadas a valorar el matrimonio, demostrándolo con nuestras acciones, actitudes y palabras. En Su plan divino para la humanidad, el hombre y la mujer se complementan para crear una unión que les permite fructificar y multiplicarse. Formar una familia en la que el amor, el compromiso, la fidelidad y la abnegación son visibles en la pareja, promueve que los hijos crezcan en un ambiente estable que propicia su buen desarrollo.
A través del matrimonio podemos enfrentar asuntos de nuestro carácter que de otro modo no enfrentaríamos. Dios utiliza el matrimonio para pulirnos, santificarnos y para que nos parezcamos más a Cristo. Esa obra transformadora ocurre en el transcurso del compromiso diario y consistente entre los cónyuges. El matrimonio bíblico trae gloria a Dios. Los hijos son bendecidos al presenciar el ejemplo de padres que son guiados por el Espíritu Santo en la crianza y en las relaciones familiares.

Como dicen las Escrituras: «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo» Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la iglesia son uno. – Efesios 5:31-32 (NTV)
Como esposa y madre puedo decir que he sido bendecida por el ejemplo de maravillosas mujeres que me enseñaron lo que es amar al esposo y a los hijos. Mis abuelas, fueron ambas esposas fieles y madres abnegadas. He presenciado el rol de ayuda idónea desde la “primera fila” al observar el apoyo de mi madre hacia mi padre en el ministerio, la crianza y la administración del hogar. Estas mujeres obedecieron el llamado bíblico de enseñar a las más jóvenes a valorar el matrimonio y la familia.
Creo que este tiempo es crucial para que las esposas cristianas cumplamos este llamado bíblico de transmitir a nuestras hijas y a la generación más joven lo hermoso que es el matrimonio. Que nos vean mostrar respeto al esposo, apoyarlo, acompañarlo en sus éxitos y también el fracaso, en la salud y en la enfermedad, honrando los votos matrimoniales con gozo y gratitud. Que nuestros hijos vean el matrimonio como una relación a la que deben aspirar, para la que deben prepararse y cuya importancia es vital ya que su propósito es mostrar el amor entre Cristo y Su Iglesia. Dios nos da la sabiduría y la fuerza para enseñarles a nuestros hijos y a la generación más joven el valor del matrimonio.
