“Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti. Alégrate con la esposa de tu juventud.” – Proverbios 5:18(NTV)
Desde hace varias semanas he estado pensando sobre qué tema escribir. Había hecho varias notas y hasta comenzado un escrito, pero ayer leí una cita de Elisabeth Elliot que encendió la chispa de la inspiración que necesitaba. La autora escribió: “Una esposa, si es muy generosa, puede permitir que su marido esté a la altura de tal vez el ochenta porciento de sus expectativas. Siempre está el otro veinte por ciento que le gustaría cambiar, y puede menoscabarlo durante toda su vida matrimonial sin reducirlo mucho. Ella puede, por otro lado, simplemente decidir disfrutar del ochenta por ciento, y ambos serán felices.”
La realidad es que, aunque muchas mujeres se casan pensando que pueden hacer cambiar a sus esposos, se supone que esté contenta con la mayor parte de lo que su esposo representa para la relación. Evidentemente, al decidir casarse deben haber tomado en cuenta cuánto se agradaban el uno al otro. Esas cualidades y habilidades son las que debemos traer a la memoria cuando nos topamos con aquellas cosas que nos gustaría que el esposo cambie. Necesitamos “pesar en balanza” y disfrutar de lo que nos agrada del esposo en lugar de enfocarnos en lo que queremos cambiar de él.

“Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados,
porque eso nos enseña la Biblia.” – Mateo 7:12 (TLA)
Otro aspecto importante para considerar es que nosotras tampoco somos perfectas. Es muy posible que no llenemos todas las expectativas del esposo. Nos haría sentir muy mal que él se enfocara en lo que no le gusta y nos lo hiciera saber a menudo. La Biblia nos enseña a que tratemos al prójimo como nos gusta que nos traten a nosotras. Entonces, me parece que la idea de la esposa generosa de Elisabeth Elliot es muy buena pues ambos seremos felices cuando aprendemos a disfrutar del “ochenta por ciento” (las expectativas que sí llenamos).
En el matrimonio, al compartir la vida con el paso de los años, los cónyuges nos moldeamos el uno al otro. Al llevar treinta años de casados, hay costumbres que ya mi esposo y yo realizamos de manera armoniosa como si siempre hubieran sido parte de nuestra vida, frases que podemos completar el uno del otro, miradas que no necesitan palabras y tantas cosas en las que podemos ver la mutua influencia que trae consigo la relación. Eso no significa que llenamos todas nuestras expectativas y necesidades a perfección (solo Dios satisface todo nuestro ser). Tampoco significa que ya no hay cosas que quisiéramos cambiar. Lo que sí significa es que hemos aprendido a disfrutar de la relación, a respetar que somos distintos por diseño divino y eso es bueno, a aprender de nuestras diferencias. Nos hemos ido “afilando” con la ayuda y por la gracia de Dios.

“El hierro se afila con hierro,
y el ser humano aprende
de sus semejantes.” –
Proverbios 27:17 (PDT)
A veces perdemos mucho tiempo tratando de cambiar lo que pensamos que está mal o que no nos gusta, olvidando que no tenemos poder para cambiar al otro. Podemos amar, podemos orar y estar dispuestas a que Dios haga Su buena voluntad en nuestro matrimonio. Seguramente eso implique que a ti también te toque cambiar y necesitarás entender que, si es lo que Dios quiere, será agradable porque será para Su gloria.
La esposa generosa vive con gratitud, confianza y gozo porque está enfocada en la gracia que ha recibido de Dios a través de la bendición del matrimonio.
