Acción de Gracias: Transformando Relaciones y Hogares

“Que la acción de gracias se convierta en el hábito de tu vida.” – Elisabeth Elliot

Una actitud de gratitud es una gran ventaja para el matrimonio. Ser agradecidos es una acción que debemos tomar conscientemente. En la vida diaria hay muchas oportunidades para agradecer, pero como forman parte de nuestras rutinas, les damos poca o ninguna importancia. Si no somos intencionales, puede suceder que comencemos a dar cosas por hechas en nuestro matrimonio, lo cual nos lleva a dejar de verlas como valiosas y puede terminar afectando seriamente nuestra relación.

La gratitud es esencial porque nos permite maravillarnos ante los regalos que recibimos de Dios. Cuando nuestra actitud expresa agradecimiento, valoramos cada día que Dios nos regala, cada momento con nuestro cónyuge y con nuestra familia. La gratitud nos mantiene humildes porque nos lleva a reconocer al Dador de todas las cosas, pero nos eleva porque nos mueve a anhelar conocerlo a Él.  

En el matrimonio, la actitud de gratitud es un activo que promueve la sana convivencia en el hogar. Cuando somos agradecidas, estamos más enfocadas en las virtudes del esposo que en señalar o criticar sus faltas. Esto no significa que pensamos que el esposo es perfecto, sino que decidimos fijarnos en sus cualidades, actitudes, talentos y acciones positivas. Esto ancla nuestra relación sobre el fundamento sólido que provee el amor, que cubre multitud de faltas.

“Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno

de sus beneficios.” – Salmo 103:2

Cuando la acción de gracias se convierte en un hábito en el hogar, las conversaciones son más agradables, las interacciones más amables, las circunstancias difíciles más llevaderas. Comenzamos a visualizar y a valorar cada detalle como parte de la providencia de Dios en nuestras vidas. Si anhelamos que en nuestro hogar abunde la gratitud, sembremos gratitud. Reflejemos cuán agradecidas estamos por nuestro cónyuge e hijos a través de un trato amable y respetuoso. El ambiente del hogar se transforma cuando nos alentamos mutuamente a no olvidar los beneficios que de Dios hemos recibido.

Cada temporada de la vida nos brinda motivos para agradecer. Los recién casados agradecer por su flamante matrimonio. Los nuevos padres por su bebé. Los padres de hijos jóvenes por verlos alcanzar sus metas. Los abuelos por sus nietos. La pareja que recién experimenta el “nido vacío” (como mi esposo y yo), por las memorias que atesoramos y por la bendición de que nuestros hijos están cada uno construyendo sus propias familias.

En realidad, la gratitud nos ayuda grandemente a ver las circunstancias desde una perspectiva distinta. Nos invita a humillarnos con asombro ante el Creador. Nos anima a recordar sus bendiciones, desde las que parecen más pequeñas hasta las más grandes. Nos motiva a mirar al esposo, a los hijos, como los regalos tan valiosos que son. Nos enseña que tenemos mucho más de lo que necesitamos, más de lo que merecemos por la maravillosa gracia de Dios.

 “Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” – 1 Tesalonicenses 5:18

Procuremos que la acción de dar gracias se convierta en el hábito más fuerte de nuestra vida. Recordemos que la voluntad de Dios es que seamos agradecidos en todo. Practiquemos la gratitud intencionalmente.

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