Al concluir la publicación de la semana pasada, se incluyó un pasaje de la primera carta del apóstol Pedro, el cual habla de la belleza incorruptible de la esposa.
“Que la belleza de ustedes no sea la externa,
que consiste en adornos tales como peinados ostentosos,
joyas de oro y vestidos lujosos.
Que su belleza sea más bien la incorruptible,
la que procede de lo íntimo del corazón
y consiste en un espíritu suave y apacible.
Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.” 1 Pedro 3: 3-4
Cuando leemos el relato bíblico de la creación podemos percibir belleza, pero es una belleza profunda que va más allá de lo que podemos ver. Hay belleza en el diseño, el detalle y el cuidado de Dios al ir creando cada lugar y cada criatura. Hay belleza en la forma en que hizo caer a Adán en un sueño profundo para crear a Eva y presentársela como su esposa y compañera idónea. La armonía de la relación de este matrimonio antes de caída, también nos habla de belleza. La belleza de Eva no necesitaba de nada externo (Génesis 2:25).

Es a esa belleza a la que somos exhortadas a retornar; la belleza que no se afana por lo externo, sino que irradia desde el interior. Para cultivar la belleza incorruptible necesitamos buscar continuamente a Dios, nutrirnos de su Palabra, permitir que nos muestre su plan para nuestras vidas. Cuando dedicamos nuestro mayor esfuerzo a la belleza incorruptible, nuestro espíritu suave y apacible sale a relucir en nuestras relaciones. Nuestros esposos encontrarán en nosotras un atractivo que va mucho más allá de lo físico.
¡Qué maravilloso es saber que tu esposo te puede ver en “tus peores momentos” y aun así, encontrarte hermosa! Es una bendición despertar con una sonrisa porque has cultivado la belleza interior, en lugar de despertar con un gruñido porque te has afanado por las cosas externas de la vida.

“Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.” –
Proverbios 31:25
La mujer virtuosa descrita en Proverbios 31, se viste de fuerza y honor. Estas son características que se destacan de la belleza interior. Una mujer que descubre su identidad en la Palabra de Dios, llega a ser una esposa hermosa. Puede mirar hacia el futuro de su hogar con seguridad porque confía en un Dios soberano, cuyos planes son siempre mejores que los suyos.
El camino hacia la belleza incorruptible es un proceso en el cual seremos tranformadas. Tendremos que lidiar a menudo con nuestros malos hábitos, conductas pecaminosas y faltas de carácter, pero la buena noticia es que no estaremos solas, Dios estará con nosotras en cada paso del camino. La única fuente de belleza incorruptible se encuentra en Él (“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” – Juan 6:68).
Una esposa que enfoca su mirada en lo incorruptible, comienza a desarrollar dominio propio sobre su vida y eso le da la capacidad de cuidar sus relaciones, su desempeño, su salud y su aspecto físico. Así que, recordemos siempre cual es la belleza que tiene verdadero valor ante Dios, porque esa es la belleza que estamos llamadas a perseguir.

“Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor
y de dominio propio.” – 2 Timoteo 1:7