La Esposa – Más allá de las Apariencias

Engañoso es el encanto y pasajera la belleza;
la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. – Proverbios 31:30

El tema de la apariencia física ocupa frecuentemente las mentes de las mujeres. ¿Cómo nos vemos? ¿Cómo nos ve el esposo? ¿Qué cambios puedo hacer para mejorar mi aspecto? ?  Estas son solo parte de las preguntas que pueden llenar la mente de una mujer desde su adolescencia hasta la edad madura. Las respuestas, tanto intelectuales como físicas, cambian con el paso de los años, pero la realidad es que perseguir la belleza es algo que de una forma u otra está presente en nuestras vidas.

Leer y escuchar el versículo 30 de Proverbios 31 cuando estamos más jóvenes, puede que no tenga tanto impacto, pero al ir pasando el tiempo, cobra un significado mayor. Es así como podemos afirmar que la Palabra de Dios es viva y eficaz, pues mientras vamos madurando, la Palabra viva obra eficazmente en nuestras vidas de acuerdo con la temporada que estemos atravesando. Así que, en esta temporada de mi vida (¡más cerca de los 50 que de los 40!), cuando leo: “Engañoso es el encanto y pasajera la belleza…”,medito en ello de una forma diferente. Cuando llegamos a cierta edad, no se nos hace tan fácil bajar algunas libras, algunas estamos muy adoloridas para hacer ejercicios debido a condiciones de salud, las líneas de expresión ya se están asomando en el rostro, y eso puede llegar a frustrarnos si estamos demasiado enfocadas en la apariencia.

“La belleza es pasajera…”, dice el proverbista, refiriéndose a la apariencia externa. Pero añade: “la mujer que teme al Señor es digna de alabanza.” La reverencia y el temor de Dios no son cosas que podemos ver físicamente. Son disciplinas que al practicarlas se convierten en la actitud del corazón. Una esposa que honra a Dios es digna de alabanza. Su esposo y sus hijos la respetan y la admiran. Pero todo lo que ella hace, no lo hace para sí misma, sino que lo hace para honrar a Dios y como una muestra del amor que Él ha depositado en ella y que ahora ella puede brindar a los demás.

Una amiga en estos días utilizó la frase: “Envejeciendo con gracia…” Y me hizo pensar en el maravilloso regalo de la gracia de Dios y cómo con el paso de los años, al ir conociéndole, creciendo en fe y madurando, podemos realmente envejecer con gracia y llegar a ser una mujer como la que describe la Biblia.

“Que la belleza de ustedes no sea la externa,
que consiste en adornos tales como peinados ostentosos,
joyas de oro y vestidos lujosos.
Que su belleza sea más bien la incorruptible,
la que procede de lo íntimo del corazón
y consiste en un espíritu suave y apacible.
Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.” 1 Pedro 3: 3-4

El camino hacia la libertad de la presión en cuanto a la apariencia es duro y difícil. Más aún cuando vivimos rodeadas de imágenes y conceptos que continuamente nos impulsan a pensar en nuestra apariencia física. Pensar que solamente se resuelve con cultivar la belleza interior, puede parecer muy sencillo. Pero realmente, la clave está en el primer verso que compartimos: honrar a Dios. El evangelio es el mensaje que nos lleva a honrar a Dios, a vivir para Él. Cuando podemos comprender que Jesús, se hizo pecado por nosotras (se despojó de toda su belleza, hermosura y majestad – Isaías 53:2), nos daremos cuenta de que la verdadera belleza se encuentra en Él, en entregarle nuestras vidas, en servirle y adorarle de corazón. “La mujer que teme (honra) al Señor es digna de alabanza”, resuena en mi corazón al escribir estas líneas. Oro que resuene en el corazón de cada mujer que las lea. No hay mejor legado para nuestras hijas e hijos que el Evangelio. Si el esposo y los hijos(as), las amistades, los compañeros y compañeras de trabajo, los vecinos, nos admiran por algo, que sea por haberles mostrado el amor de Cristo.

En su libro Belleza Verdadera, Carolyn Mahaney escribe: “Solo la Palabra de Dios puede prometer una belleza que es sobrenatural, que satisface, que es alcanzable y además duradera, una belleza que trae bendición y no maldición; una belleza que es preciosa, no inútil, que lleva a la felicidad en vez de a la angustia; una belleza que es cada vez más atractiva mientras más la cultives. La Escritura es veraz. Es la única que nos puede revelar lo que es la verdadera belleza.”

“…todo mortal es como la hierba,
y toda su gloria como la flor del campo.
La hierba se seca y la flor se marchita…

pero la palabra de nuestro Dios
permanece para siempre.” – Isaías 40: 6-8

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