La hermosura es engañosa,la belleza es una ilusión;
¡sólo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios!
¡Que todo el mundo reconozca los frutos de su esfuerzo!
¡Que todos en la ciudad la alaben por sus acciones!
Proverbios 31:30-31
Una de las cosas más impresionantes de la mujer virtuosa que se describe en Proverbios 31:10-31 es la cantidad de tareas y responsabilidades que ella atiende. Desde el principio, en Génesis, la esposa es llamada a laborar junto a su esposo para administrar la tierra que se les había dado (Génesis 1:28).
La esposa honra a Dios y a su familia con su trabajo (Proverbios 31:28-29). La Biblia dice que hemos sido creadas para hacer las obras que Dios de antemano dispuso para nosotras (Efesios 2:10). La esposa centrada en Cristo, enfocará su esfuerzo en seguir lo que enseña la Palabra de Dios. Esto la ayudará a mantener un equilibrio entre sus tareas diarias, sus relaciones y su vida devocional. La esposa virtuosa no vive centrada en sí misma porque conoce quién la diseñó y para qué la diseñó.
Cuando estudiamos a la mujer virtuosa, podemos observar que ella es diligente y cuidadosa de su tiempo. Atiende bien a su familia, realiza sus tareas, administra sus negocios, sirve al prójimo y cuida sus relaciones cercanas. Las habilidades y capacidades con las que Dios te ha dotado tienen propósito: dan gloria a su nombre y son de bendición para los demás.

“Se levantan sus hijos y la llaman
bienaventurada; Y su marido también la alaba:
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.” –
Proverbios 31:28-29
La cultura popular predica un mensaje diferente. Nos exhorta a pensar en nosotras mismas. La realidad es que este tipo de pensamiento nos lleva a sentirnos insatisfechas, a compararnos con otras mujeres, a competir con el esposo. El fin de todo eso es un verdadero desastre en nuestras vidas y en nuestras relaciones.
El llamado de la esposa virtuosa es a alejarse de lo que promueve la cultura popular con todas sus modalidades, y acercarse a Dios para amoldarse a su diseño y a su voluntad, que es buena, agradable y perfecta.
Tampoco estamos llamadas a vivir estresadas por la cantidad de tareas y responsabilidades que tenemos por delante. Esta es una de las luchas que he experimentado durante mi vida, tratando de lograr ser buena esposa, buena madre, buena hija, buena cristiana, buena en mi trabajo. El estrés impide que pueda lograr a cabalidad cualquiera de estas labores porque estoy tratando de sacar fuerzas de mí misma para lograr todo. En lugar de eso, estoy aprendiendo a depender de Dios (y digo aprendiendo porque es un proceso de vida). Para que mi labor como esposa sea conforme al diseño y propósito divino, tengo que depender de Él y nutrirme de su Palabra. Es así que encontraré las fuerzas, la sabiduría y la tenacidad para realizar mi labor con gozo y con la seguridad de que lo estoy haciendo bien porque lo estoy haciendo para Dios.
Tu labor es valiosa, ya sea en el hogar, en la oficina, en el ministerio o en una empresa. Cuando tus prioridades están claras y puedes ejercer balance entre tu vida devocional, tus relaciones, tu trabajo y el servicio, experimentarás plenitud y paz. Eso es mucho mejor que cualquier posición o cantidad de dinero.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús
para buenas obras,
las cuales Dios dispuso
de antemano a fin de que
las pongamos en práctica.” –
Efesios 2:10