La Esposa y su Familia

Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
– Proverbios 31:28-29

Para lidiar con la situación que se vive a nivel mundial a causa de la pandemia del COVID-19 se ha puesto en practica el distanciamiento social, lo cual nos ha llevado a permanecer en nuestros hogares. Podemos mirar todo esto con una actitud de preocupación y lamento, o podemos buscar las bendiciones que se producen a causa del “encierro”.

Una de las bendiciones más significativas de este tiempo de permanecer en nuestros hogares, es que nos ha llevado de vuelta a la familia. En medio del ajetreo diario que llevamos usualmente por el trabajo, los estudios, los quehaceres, etc., se puede perder de vista el valor de estar en familia, de cenar juntos, de conversar y reír, de jugar. Dios nos está permitiendo un tiempo para que disfrutemos la vida en familia, como quizás nunca lo habíamos experimentado.

Cuando leemos Proverbios 31:10-31, las relaciones que se resaltan en el pasaje son: la relación con Dios (“la mujer que teme a Jehová”) y la relación con el esposo y los hijos (Proverbios 31: 28-29). Me parece que, en este tiempo, Dios nos está llamando a enfocarnos en estas relaciones tan importantes para nuestras vidas.

Engañosa es la gracia,
y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová,

ésa será alabada.” –
Proverbios 31:30

¡Este pasaje de las Escrituras tiene tanto para enseñarnos! Cada vez que lo leo me doy cuenta de algo que no había percibido antes. Meditando sobre él esta tarde, pude ver como la mujer virtuosa, debido a su relación con Dios, cuida de su relación matrimonial y de su relación con sus hijos.

Cuantas veces en nuestro diario vivir, nos distraemos tratando de agradar a otras personas, puede ser en el trabajo, en el vecindario, en la escuela o universidad, o inclusive en la Iglesia. Está bien que tratemos de ser agradables con nuestro prójimo, pero podemos caer en la trampa de querer complacer a todo el mundo, lo cual es imposible y agotador (lo he experimentado en mi propia vida). En ese afán, podemos terminar lastimando a nuestra familia debido a que la familiaridad nos lleva a esforzarnos menos por los de la casa que por los de afuera. Lo que nos enseña la esposa virtuosa es que ella vive para agradar a Dios y para amar y cuidar a su esposo e hijos.

Aprovechemos este tiempo en el hogar para acercarnos más, primeramente, a Dios y luego al esposo y a los hijos. Cumplamos el mandato de Dios de hablar de Él a nuestros hijos en todo tiempo. Es nuestra responsabilidad junto a nuestro esposo educar a los hijos en los principios de la Palabra y esa es una tarea para toda la vida. Siempre seremos un ejemplo para nuestros hijos, sea bueno o malo. Procuremos imitar los buenos ejemplos que tenemos en la Palabra (como la esposa virtuosa) y de las mujeres piadosas que conocemos, para que nuestras hijas e hijos puedan observar los principios de los que hablamos modelados en nuestras vidas. Es por esa razón, que el esposo y los hijos de la mujer virtuosa la halagan diciendo que ella sobrepasa a todas las mujeres buenas.

Oremos para que este tiempo en nuestros hogares marque nuestras familias para bien, que salgamos de esta prueba más unidas con nuestros hijos, con matrimonios más sólidos y con nuestra fe más firme.  

Grábate en el corazón
estas palabras que hoy te mando. 
Incúlcaselas continuamente a tus hijos.
Háblales de ellas cuando estés en tu casa
y cuando vayas por el camino,
cuando te acuestes y cuando te levantes.” – Deuteronomio 6:6-7

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