“El amor no sufre del miedo.
Por el contrario, el amor que es maduro echa fuera el miedo,
pues el miedo tiene que ver con el castigo.
Así que el que sufre del miedo,
todavía tiene que madurarse en el tema del amor.” – 1 Juan 4:18
Este versículo sobre el amor y el temor marcó mi vida y la de mi esposo durante nuestra juventud. Antes de comenzar nuestro noviazgo, intercambiamos unos versos bíblicos. 1 Juan 4:18 fue una clave para superar el temor de abrir nuestros corazones a una relación. El vencer el temor, con la ayuda de Dios, nos ha llevado a edificar una relación matrimonial sólida. Hoy, cuando leo este versículo puedo hallar en él, una verdad profunda, eficaz y muy relevante a este tiempo que estamos viviendo.
El temor aparece cada día en los titulares de los periódicos, en las publicaciones de los medios sociales, en los noticieros de la televisión y en los boletines radiales. Terremotos, conflictos, protestas, pandemia, entre otras cosas, abarcan las noticias que leemos a diario. A veces parece que la agenda de los medios de comunicación es propagar el miedo entre la gente. Y una de las cosas que puede provocar el temor es el aislamiento.

“…si Dios nos demostró su amor
de esa manera,
debemos amarnos unos a otros.” – 1 Juan 4:11
La pandemia por el Covid-19 ha traído consigo medidas como el distanciamiento físico para poder evitar los contagios con mayor eficiencia. Pero debemos cuidarnos de que el miedo al contagio nos lleve al aislamiento, a alejarnos de nuestro prójimo de tal manera que lastimemos la relación. Someter la mente al temor solo nos llevará a la soledad, angustia y desesperación. Pero la Biblia dice: “El perfecto amor echa fuera el temor…” (1 Juan 4:18 RV1960). El amor de Dios nos acerca a Él y al prójimo. Cuando leemos 1 Juan 4:7 al 21, vemos claramente que se nos da el mandato de amar a nuestros hermanos(as) porque Dios nos demostró a nosotros Su gran amor. Podemos amar a otros porque Él nos amó primero. Necesitamos someter nuestra mente a Dios y a su Palabra, no a todos esos mensajes y noticias que nos llegan a diario y nos infunden temor.
Ante esta crisis, necesitamos ser prudentes, tomar medidas de precaución y actuar con responsabilidad, pero sin olvidar la hospitalidad. La hospitalidad se define como una virtud o cualidad que consiste en tratar bien, con amabilidad, al prójimo. Es decir, que la hospitalidad es una de las formas de expresar amor y nutrir nuestras relaciones. Puede ser que tengamos que ser más creativas para cuidar las relaciones, pero Dios nos dará la sabiduría y la habilidad para que lo logremos. Recordemos que no solamente las enfermedades afectan y lastiman a las personas, sino también la soledad, la falta de comunicación y de amorosa interacción con otros. Tomemos las debidas precauciones, pero no cerremos el corazón, no le permitamos al miedo arruinar nuestras relaciones.

Estén listos para ayudar
a los hijos de Dios
cuando pasen necesidad.
Estén siempre dispuestos
a brindar hospitalidad. –
Romanos 12:13
Seamos diligentes de manera que el aislamiento por el temor no invada nuestros hogares. Sigamos edificando nuestros matrimonios, mostrando empatía al esposo, expresando compasión a nuestros hijos que les ha tocado el reto de estudiar a distancia. Conectemos también con los que no viven debajo de nuestro techo, ya sea con una llamada, una tarjeta, un mensaje de texto, una video llamada. Saludemos al vecino, aunque sea desde el patio de nuestra casa. Nuestro llamado es a llevar esperanza mediante las buenas nuevas del evangelio y una manera muy eficaz de mostrar a Cristo, es expresando amor. Así que, maduremos en el amor que echa fuera el temor para que nuestras relaciones crezcan y sean testimonio del mensaje de Cristo.