“Ester no le contó a nadie de qué pueblo y de qué familia venía
porque Mardoqueo le había dicho que no lo hiciera.” – Ester 2:10
Mientras leía el libro de Ester en la Biblia en los pasados días, meditaba sobre las cualidades que hicieron de ella una mujer virtuosa, de quien podemos aprender en el presente. Ester llegó a ser Reina de Persia de una manera inusual (puedes leer todos los detalles en el libro de Ester en el Antiguo Testamento). Ella era una extranjera en aquel país, pero cuando llegó al Palacio, nadie conocía su origen, ni ella se lo comunicó a ninguna persona, tal como le había aconsejado su primo Mardoqueo (su padre de crianza).
Una de las primeras lecciones que podemos aprender de Ester es que ella respetaba a su padre de crianza (Mardoqueo) y escuchaba su consejo. El respeto de Ester por Mardoqueo se ve reflejado en que ella siguió sus instrucciones y no solo escuchó las recomendaciones de su primo, sino que las puso en práctica. Esta prudente obediencia fue esencial para que ella pudiera cumplir el propósito que Dios tenía con ella en la posición de Reina.

“No te dejes impresionar
por tu propia sabiduría.
En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.” –
Proverbios 3:7
Ester demostró que no se consideraba sabia en su propia opinión, sino que buscó consejo de personas confiables (Ester 2:15). Así que, no es solamente escuchar el consejo cuando se nos ofrece, sino buscar el consejo cuando lo necesitamos. El reconocer que no tenemos todas las respuestas nos lleva a una mayor dependencia de Dios y a una mejor conexión con nuestro prójimo.
También vemos en Ester humildad ante la confrontación. Cuando Mardoqueo la confrontó sobre guardar silencio, en lugar de justificarse, ella oró pidiendo dirección a Dios y solicitó oración de parte de otros (Ester 4:13-16). Ella necesitaba la fortaleza y la valentía que solo Dios podía darle para poder llevar a cabo lo que le había encomendado. ¿Estamos dispuestas a elegir la humildad cuando somos confrontadas?
Otra enseñanza de la vida de Ester es que ella ejerció prudencia para expresar su petición. A pesar de que el Rey estaba dispuesto a darle lo que ella pidiera (“hasta la mitad del Reino” – Ester 5:3), ella fue paciente. Lo invitó a un banquete (Ester 5:4). Sabiendo que lo que iba a hablar era un tema extremadamente delicado, ella esperó el momento preciso (Ester 5:8). Por eso invitó al Rey a un segundo banquete durante el cual, reveló su petición al Rey y desenmascaró el plan del malvado Amán, quien había tramado la muerte de los judíos (Ester 7:3-6). Fue así como Dios la usó como un canal de bendición para librar a su pueblo de sus enemigos (Ester 8:10-11).

Así que en todo traten ustedes
a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. – Mateo 7:12
Muchas veces nos apresuramos por tener los asuntos al día y queremos hablar a destiempo, con las emociones a “flor de piel”, empeorando la situación en lugar de resolverla. ¿Cómo podemos aplicar el ejemplo de Ester a nuestro matrimonio? En primer lugar, demostremos respeto al esposo, recordando la “Regla de Oro”: tratemos a los demás como nos gustaría ser tratadas. Segundo, escuchemos los consejos matrimoniales que recibimos de personas con más experiencia. En tercer lugar, no nos creamos sabias en nuestra propia opinión, lo cual implica que busquemos consejo y/o ayuda cuando enfrentemos una situación difícil. Cuarto, seamos humildes ante la confrontación; a veces es necesario que nos auto evaluemos, nos arrepintamos y busquemos fortaleza y dirección divina. En quinto lugar, esforcémonos en ejercer la prudencia; procuremos comunicar las situaciones delicadas luego de haber orado y meditado sobre ellas para lograr un diálogo amable con el esposo y poder resolver el conflicto sin lastimar la relación.
Estoy segura de que podemos aprender mucho más de la vida de Ester. Les invito a leer y meditar en este libro de la Biblia, orando que Dios les muestre lo que Él quiere enseñarnos. Procuremos cada día ser esposas prudentes, recordando que dependemos de Dios para poder lograrlo.