La Esposa – Más allá de “lo que yo quiera ser”

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra…”

Lucas 1:38

La vida de María de Belén en la Biblia es una de las que me ha impactado al estudiarla más profundamente durante los últimos años. Interesantemente, aunque es una de las mujeres de la Biblia más admiradas a lo largo del tiempo, su vida no necesariamente es emulada por la mayoría. Aún muchas de las mujeres que han expresado admirar a María, no siguen su ejemplo. Y es que su vida fue una cuyo enfoque es considerado actualmente como contra cultural.

¿A qué me refiero? La cultura actual se enfoca casi totalmente en vendernos la idea de que seamos lo que queramos ser, que podemos serlo. Desde niñas estamos recibiendo ese mensaje de diferentes maneras: juguetes, revistas, películas, anuncios, libros, etc. Y nos llega a parecer que es un mensaje positivo que no tiene nada de malo. Buscamos que las actrices, escritoras, reporteras, mujeres de negocio o en la política sean nuestros modelos para seguir. De estas mujeres solo conocemos un ángulo, el que ellas deseen que sea público y no tenemos la menor idea de cuáles son sus valores, en qué creen, a quién siguen ellas y qué hicieron realmente para llegar a donde están. Por eso nos desilusiona tanto cuando escuchamos noticias negativas de alguien a quien admiramos, pues se destroza la imagen que teníamos de esa persona.

El mensaje de “ser lo que yo quiera ser” ha resonado a toda voz desde que Eva cedió a la tentación en el Edén. Pero nosotras necesitamos mirar más allá de ese mensaje. Necesitamos ir al Señor, el que nos creó y nos diseñó porque Él es el que verdaderamente sabe lo que somos y lo que estamos llamadas a hacer con lo que somos. María de Belén, recibió un llamado único, el más especial en la historia de la humanidad: cargar en su vientre a Jesús (el Salvador del mundo), criarlo y verlo crecer hasta cumplir el propósito para el cual Dios lo había enviado. Estoy segura de que cuando María escuchó las palabras del ángel Gabriel, muchas preguntas se deben haber agolpado en su mente, pero después de preguntar lo esencial, ella simplemente se rindió humildemente al llamado de Dios en disposición para que se hiciera con ella conforme a Su palabra.

“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—.
Son planes para lo bueno
y no para lo malo,
para darles un futuro
y una esperanza.” – Jeremías 29:11

Estar dispuestas a hacer la voluntad de Dios requiere que nos acerquemos a Él, que le conozcamos, que entendamos que Sus planes son de bien. Cuando profundizamos en la Palabra de Dios, nos damos cuenta de que todo se trata de la gloria de Dios, que no se trata de mí y de lo que yo quiera ser, sino de lo que Él puede hacer a través de mí para Su gloria.

Puede parecer que deberíamos saber que Dios nos ha diseñado con un propósito, sin embargo, si no estamos apercibidas, la corriente de este mundo y el estribillo de “ser lo que queramos” nos puede envolver de tal manera que cuando nos demos cuenta estemos lejos del llamado de Dios. Como esposas, estamos llamadas a ser sabias, acercándonos a Dios para que nos guíe para edificar nuestro hogar, amar al esposo y a los hijos, y ser ejemplo/mentoras para las mujeres más jóvenes. Pero si nos dejamos llevar por el pensamiento pecaminoso de “ser lo que queramos ser”, nos enfocaremos en nosotras mismas, descuidando la relación con Dios y con nuestra familia, desvirtuando el modelo bíblico.

María de Belén es un ejemplo claro y contundente de lo que es ser y hacer lo que Dios quiere. Cuando escudriñamos lo que la Biblia dice acerca de ella, podemos encontrar cualidades admirables, dignas de emular, de las cuales he escrito anteriormente (https://familiasefectivas.org/2021/05/03/la-esposa-lecciones-de-la-vida-de-maria/). María escuchó y obedeció el llamado de Dios y cumplió el propósito para el que Él la diseñó. Cada una de nosotras fue creada por Dios con un propósito y el llamado de Dios para la esposa es una bendición, un privilegio y un honor. Caminar en Su voluntad puede representar retos, pero tendremos la garantía de la gracia, fortaleza y cuidado de Dios en medio de todo. Como hizo con María, hará con nosotras. Él la llamó, la preparó, la bendijo, le proveyó compañía en Elisabet durante el embarazo, le dio un esposo temeroso de Dios que obedeció la Palabra para cumplir el propósito para el cual había sido llamado junto a ella.

Que nuestro anhelo sea ser lo que Dios nos diseñó para ser. Que no nos dejemos engañar pensando que “ser lo que yo quiera ser”, será lo que nos hará felices. Que entendamos que obedeciendo el llamado de Dios es como vivimos plena y satisfactoriamente.

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