“En ella confía el corazón de su marido,
y no carecerá de ganancias.
Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida.” –
Proverbios 31:11-12
Para esta fecha del mes de Junio, acostumbro escribir sobre un tema relacionado a los Padres ya que en Puerto Rico se celebra el Día del Padre. El padre es una de las personas más importantes en el hogar. Junto a la madre es responsable de edificar un hogar, que para ambos debe ser el lugar más importante del mundo.
Como esposas, estamos llamadas a ser de bendición para el esposo cada día de su vida. Una de las maneras, quizás la manera más importante en la que podemos ser de bendición para el esposo es manifestándole respeto. Que cuando él entre por la puerta de la casa, lo recibamos con amor y alegría, en lugar de recibirlo con una lista de quejas. Martín Lutero dijo: “La esposa debe lograr que su marido se alegre de llegar a su casa, y él debe lograr que ella se lamente de verlo salir.”

“En todo caso,
cada uno de vosotros
ame también a su mujer
como a sí mismo,
y que la mujer respete
a su marido.” –
Efesios 5:33
Efesios 5:33 en la Biblia Amplificada nos dice que “la esposa debe asegurarse de que respeta y se deleita en su esposo (lo toma en cuenta, lo prefiere y lo trata con abnegación, atesorándolo, honrándolo y teniéndolo en alta estima).” Este es el mandato bíblico para las esposas: respetar al esposo, lo cual significa que debemos intencionalmente escoger el respeto hacia el esposo en toda situación. Esto es muy importante y necesario en el hogar porque nuestros hijos observarán nuestro ejemplo y lo seguirán. No podemos exigirles a los hijos que respeten al padre, si nosotras no mostramos respeto hacia el esposo con nuestras acciones, actitudes y palabras.
Puede que en ocasiones pensemos que somos más capaces o hábiles que el esposo en alguna área, pero debemos recordar que todo talento que tenemos ha sido dado por Dios. (1 Corintios 4:7) En lugar de gloriarnos por nuestras habilidades de manera irrespetuosa, podemos ponerlas a trabajar a favor de nuestro hogar y junto al esposo edificar una familia que glorifica a Dios. La gratitud por los buenos atributos del esposo y por el lugar que ocupa en el hogar es esencial en la expresión de respeto.
Como esposas necesitamos recordar que, al actuar de manera respetuosa con el esposo, le estamos mostrando amor ya que para el hombre el respeto es la expresión de amor más significativa. El esposo y padre que se sabe respetado por su esposa e hijos, se siente inspirado por ese respeto para amarlos y cuidarlos. El respeto de su familia le brinda seguridad de que está bien encaminado en su rol y eso lo motivará a mejorar cada día.

“…que enseñen a las jóvenes
a que amen a sus maridos,
a que amen a sus hijos,
a ser prudentes, puras,
hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos,
para que la palabra de Dios
no sea blasfemada.” – Tito 2:4-5
Las palabras que utilizamos al dirigirnos al padre de nuestros hijos deben ser amables, recordando que “la dulzura de labios aumenta el saber” (Proverbios 16:21). Aún cuando necesitemos confrontarlo con algo que está haciendo mal, debemos utilizar palabras respetuosas, recordando que nosotras también fallamos y estamos muy lejos de la perfección. Al hacerlo con respeto y amabilidad, el esposo puede ser más receptivo al asunto. Si él ha sufrido a causa de algún fracaso, el corazón compasivo de la esposa le ayudará a ser restaurado. Es una oportunidad para mostrar la gracia y la misericordia de Dios en el hogar.
Si anhelamos los beneficios de un hogar estable y feliz, debemos estar dispuestas a obedecer el mandato bíblico de respetar al esposo. Dios nos ayudará a ser obedientes a Su Palabra para manifestar respeto al esposo en toda circunstancia y darles un buen ejemplo a nuestros hijos. Recordemos que, al manifestar amor bíblico al esposo, mostramos amor a Dios en el proceso y traemos gloria a Su nombre.
Celebremos este Día de los Padres, manifestando amor a través del respeto hacia el Padre en nuestros hogares.

Muy bonita reflexión! Dios continúe bendiciéndote grandemente.
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Amén. Gracias, Tití.
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La Biblia lo dice claramente y ciertamente es una realidad que los hombres desean respeto quizas sobre cualquier otra cosa. Muy acertada!
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¡Amén!
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