La Esposa en la Vida Cotidiana

 “Todo lo que hagan, háganlo de buena gana,
como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo
y no a la gente.” – Colosenses 3:23

En algún punto durante nuestra vida, puede que hayamos pensado que necesitamos hacer algo extraordinario para poder dejar un legado o ser recordadas por el esposo y los hijos. Esa temporada nos puede haber llevado a vivir enfocadas en lograr diversas metas para alcanzar la autosatisfacción y la admiración de nuestros familiares. En esa búsqueda, a veces experimentamos ansiedad, estrés y frustración. Sin embargo, el llamado bíblico es que hagamos todo para servir al Señor.

Hacer todo (y ese “todo” es absoluto, no se enumeran excepciones) como para el Señor, es algo que ocurre en la vida cotidiana, mientras formamos nuestro hogar junto al esposo, mientras criamos a los hijos, mientras compartimos con los familiares, mientras servimos en la Iglesia o en la comunidad, mientras nos desempeñamos en nuestro empleo o negocio. Cuando lo meditamos bien, la Biblia no nos hace un llamado a ser extraordinarias, sino a servir a un Dios extraordinario. Pero muchas veces esas tareas cotidianas, esas rutinas que nos parecen ordinarias, serán lecciones extraordinarias en las manos de Dios para nuestra familia.

Cuando hacemos lo cotidiano por amor a Dios, estamos impactando los corazones de aquellos a quienes servimos. El esposo y los hijos, que son los más cercanos a nosotras, verán a Cristo a través de lo que hacemos y no hay nada mejor que eso. Cuando vamos aprendiendo esto, comenzamos a despojarnos de nuestra vanagloria y a revestirnos de humildad. Comprender que somos creadas para dar gloria a Dios es algo que debe humillar nuestros corazones y llevarnos a caminar en el precioso llamado que se nos ha hecho como esposas. Solo cuando hacemos todo para servir a Dios, podemos ser fuente de bien para el esposo todos los días de la vida.

Ella le es fuente de bien, no de mal,
todos los días de su vida.” –
Proverbios 31:12

Es en una relación profunda con Dios que podremos crecer, madurar y aprender a actuar de la manera que Dios nos llama. Su llamado es sencillo y claro: hacer todo para Su gloria.

Al meditar en esto, pienso en tantas mujeres sencillas, humildes, sinceramente imperfectas, pero anhelantes de servir a Dios y honrarle sobre todas las cosas. Mujeres que sembraron en silencio, sin títulos, sin llamar la atención hacia sí mismas, pero cuyas vidas han sido testimonio de servicio amoroso a Dios. Creo que, si lo meditas, también te darás cuenta de que las mujeres que mayor impacto han tenido en tu vida han sido las que simplemente te acompañaron en el camino durante la vida cotidiana. Esto es porque cada una de ellas sembró semillas en tu corazón, se relacionó contigo, te escuchó, te abrazó, te aconsejó, lloró y rio contigo. Todas estas cosas ocurren en la vida cotidiana y son las que verdaderamente dejan huellas en la vida. Y eso es lo que nosotras también debemos procurar hacer con nuestras familias para la gloria de Dios.

Dios está obrando entre ustedes. Él despierta en ustedes el deseo
de hacer lo que a él le agrada
y les da el poder para hacerlo. – Filipenses 2:13

Mi oración hoy para tu vida y para la mía es que podamos cumplir con amor y humildad el mandato de hacer todo como para el Señor. Que Dios transforme nuestros corazones y nos lleve a vivir para Su gloria y no la nuestra. Que el Espíritu Santo nos redarguya cuando intentemos caminar por nuestra propia cuenta, haciendo nuestra voluntad, enredándonos en lo efímero. Que aprendamos cada día a descansar en Dios y en su preciosa Palabra para que obedezcamos sus preceptos. Que seamos mujeres virtuosas en Sus manos. Y que aprovechemos cada oportunidad en la vida cotidiana para sembrar semillas en el corazón del esposo y de los hijos, para mostrarles el amor de Cristo porque Él es lo más extraordinario que podrán conocer.

2 thoughts on “La Esposa en la Vida Cotidiana

  1. Grande debe ser nuestro amor a Dios y a los demás. Testimonio de obras para nuestra vida y no de palabras. Así debe ser. Amén y Amén. Así lo hemos aprendido de las mujeres virtuosas que nos han criado; con la nobleza de su servicio y cuidados y ejemplo hemos visto y conocido el verdadero amor de Dios. Hermoso y edificante, Eunice.

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  2. Así es. En la sencillez de la vida diaria hemos contemplado el amor de Dios en las hermosas mujeres que han sido nuestro ejemplo de vida. ¡Que Dios nos ayude a seguir su ejemplo y extender su legado a las próximas generaciones!
    Gracias por tus hermosas palabras. ¡Bendiciones!

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