Vengamos ante su presencia con acción de gracias;
aclamémosle con salmos. – Salmo 95:2
Uno de los días favoritos de mi familia es el Día de Acción de Gracias. Recuerdo que desde que era una niña, íbamos juntos a la Iglesia temprano en la mañana donde escuchábamos los testimonios de hermanos y hermanas en la fe agradecidos por las maravillosas obras de Dios. También se llevaban alimentos no perecederos y frutas para luego repartirlos entre las familias necesitadas. Mi esposo siempre recuerda que, durante su niñez en Nueva York, el Día de Acción de Gracias era muy especial, ya que iban a casa de sus padrinos donde cenaban juntos y pasaban un tiempo muy agradable.
Aunque el Día de Acción de Gracias se celebra solamente una vez al año, nuestro agradecimiento debe estar presente todos los días. Elisabeth Elliot dijo en una ocasión: “Que la acción de gracias sea un hábito en tu vida.” Algo que caracteriza a mi hijo es que él tiene la costumbre de dar las gracias cuando le preparo café, el desayuno o le hago un favor, aunque sea pequeño. Es agradecido en lo cotidiano, en el diario vivir. Y eso es precisamente lo que la frase de Elisabeth Elliot nos exhorta hacer. Que la gratitud sea parte de nuestra vida cotidiana. El Salmo 95:2 nos insta a ir ante la presencia de Dios con acción de gracias. Al ser hijas de Dios, su presencia es constante en nuestras vidas. Por lo tanto, debemos dar gracias continuamente.

“Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios
para con vosotros
en Cristo Jesús.” –
1 Tesalonicenses 5:18
Este año, la celebración del Día de Acción de Gracias fue diferente debido a la pandemia, pero la voluntad de Dios es que demos gracias en todo. En la vida, enfrentamos situaciones difíciles y tiempos de angustia durante los que pudiéramos pensar que no hay nada por lo que agradecer. La historia de Rut en la Biblia nos muestra que ella enfrentó fuertes dificultades: quedó viuda, no tenía hijos, dejó su tierra y su parentela, ella y su suegra Noemí llegaron a Belén con las manos vacías. Sin embargo, la Biblia nos muestra que Rut tenía un corazón agradecido. Cuando Booz le dice que siga recogiendo espigas en sus campos, ella le expresa su humilde agradecimiento: “Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía. No vayas a espigar a otro campo; tampoco pases de aquí, sino quédate con mis criadas. Fíjate en el campo donde ellas siegan y síguelas, pues he ordenado a los siervos que no te molesten. Cuando tengas sed, ve a las vasijas y bebe del agua que sacan los siervos. Ella bajó su rostro, se postró en tierra y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia ante tus ojos para que te fijes en mí, siendo yo extranjera?” Rut 2:8-10. En su libro La Gratitud: Cómo cultivar un corazón agradecido, Nancy DeMoss escribe lo siguiente: “Tengo el presentimiento de que, en circunstancias similares, probablemente yo hubiera dicho: ‘Es lo mínimo que puede hacer.’ La humildad de esta joven viuda (Rut) se transluce en su respuesta agradecida por el más pequeño de los gestos de amabilidad que recibió de otra persona.”
Una actitud de gratitud en el corazón demuestra que hemos entendido que no nos merecemos todo lo que se nos ha dado, que no tomamos en poco las bendiciones recibidas cada día, que valoramos nuestra relación con Dios y a las personas que tenemos en nuestras vidas. La acción de gracias nos permite dejar atrás las quejas y los lamentos. No es malo anhelar que las cosas mejoren en nuestra vida, orar para que nuestro matrimonio sea transformado, para que nuestros hijos crezcan en su relación con Dios, entre otras tantas peticiones que tenemos ante Dios, pero siempre, en todo clamor necesitamos mantenernos agradeciendo a Dios. Su gracia, su favor y misericordia son regalos que nos dio sin merecerlo. La familia, la Iglesia, el trabajo que hacemos, son bendiciones que Él ha añadido a nuestras vidas.

“Por nada estéis afanosos,
sino sean conocidas
vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración
y ruego, con acción de gracias.” – Filipenses 4:6
Así que, practiquemos la costumbre de ser agradecidas. En el hogar tenemos múltiples oportunidades para expresar gratitud diariamente. Aprovechemos cada oportunidad que se presenta para dar gracias al esposo. La mayoría de los esposos responden positivamente cuando la esposa se muestra agradecida y eso le motiva a él a comportarse de manera que su esposa e hijos se sientan agradecidos. Los hijos también se benefician de crecer en un hogar donde se practica la gratitud, ya que pueden experimentar contentamiento y disfrutar de un ambiente de armonía y gozo. Quisiera concluir invitándoles a meditar en las palabras de Elisabeth Elliot en su libro Keep a Quiet Heart: “La acción de gracias es un ejercicio espiritual, necesario para la construcción de un alma sana. Nos saca de la congestión de nosotros mismos hacia la brisa fresca y la luz del sol de la voluntad de Dios “.