La Esposa – Cuidando el Corazón

Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida. – Proverbios 4:23

En la publicación pasada se tocó el tema de la santificación progresiva, que es el proceso mediante el cual cada persona cristiana va siendo formada de acuerdo con el carácter de Cristo. Esto es algo que va sucediendo durante toda la vida, mientras aprendemos y maduramos en nuestra fe. Como parte de este proceso, necesitamos ser enseñadas por la Palabra de Dios acerca de cómo cuidar nuestro corazón.

El corazón abriga nuestros pensamientos, emociones y actitudes. La Biblia nos aconseja que lo guardemos como una fuente de vida. En días recientes escuché una breve enseñanza para los matrimonios del Pastor Paul Tripp sobre el pasaje de Lucas 6:43-45 (“Un buen árbol no puede producir frutos malos, y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Al árbol se le identifica por su fruto. Los higos no se recogen de los espinos, y las uvas no se cosechan de las zarzas. Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón.”). El Pastor Tripp enfatiza en su mensaje a los cónyuges que, de acuerdo con este pasaje bíblico, las palabras y comportamientos son causados por lo que está dentro de nosotros, no por lo que sucede fuera. Dentro del corazón guardamos pensamientos, emociones y actitudes que darán forma a nuestras palabras y comportamiento.

“Una persona buena produce
cosas buenas del tesoro
de su buen corazón,
y una persona mala produce
cosas malas del tesoro
de su mal corazón.
Lo que uno dice
brota de lo que
hay en el corazón.” – Lucas 6:45

Por lo tanto, necesitamos darnos cuenta de que es necesario dejar de culpar al esposo por nuestro comportamiento pecaminoso y nuestras palabras hirientes. A veces nos disculpamos diciendo: “Eso no fue lo que quise decir”, pero en realidad es lo que estaba en nuestro corazón y por eso brotó de nuestra boca (Lucas 6:45). Dios nos está llamando a examinar nuestro corazón, a llevar nuestros pensamientos, emociones y actitudes a Él (2 Corintios 10:5). Cuando permitimos que la Palabra de Dios sea el filtro de nuestros pensamientos (Filipenses 4:8), las emociones y actitudes de nuestro corazón serán transformadas. En lugar de buscar excusas o justificarnos por lo que hacemos o decimos, podemos ir confiadamente a Cristo, en quien encontramos siempre gracia para ser transformadas conforme a su imagen. Somos libres de la esclavitud de la culpa.

Piensen en todo lo que es verdadero,
en todo lo que merece respeto,
en todo lo que es justo y bueno;
piensen en todo lo que se reconoce
como una virtud, y en todo lo que es agradable
y merece ser alabado. – Filipenses 4:8

Cuidamos el corazón cuando dependemos de Dios para levantarnos en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). Cuidamos el corazón cuando leemos, escudriñamos y meditamos en las Escrituras (Juan 5:39). Cuidamos el corazón cuando no le damos cabida a pensamientos malsanos (Filipenses 4:8). Cuidamos el corazón cuando estamos dispuestas a aprender humildemente a ser más como Jesús (Mateo 11:29).

La meta del matrimonio es glorificar a Dios, reflejando la imagen de Su amor por la Iglesia para que el mundo lo pueda ver. ¿Estamos dispuestas a cuidar el corazón para que nuestros matrimonios se fortalezcan? ¿Estamos dispuestas a cuidar el corazón para que sea moldeado a la imagen de Cristo? ¿Estamos dispuestas a cuidar el corazón para que lo que brote de él (palabras y comportamientos) glorifiquen a Dios? Ese es el llamado, nos toca responder. Dios es honrado cuando obedecemos.

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