“También se levanta cuando aún es de noche,
y da alimento a los de su casa…” – Proverbios 31:15
Ayer, al leer un libro de meditaciones diarias, me llamó la atención la gran importancia que le debemos dar a lo que es el alimento que brindamos. En el versículo 15 de Proverbios 31, nos dice que la mujer virtuosa se levanta muy temprano para alimentar a su familia. Sin duda, el alimento físico es importante, pero también lo es el alimento con el que se nutre el alma.
Es en el hogar donde nutrimos las relaciones. Necesitamos preguntarnos con qué tipo de alimento estamos nutriendo al esposo y a los hijos. Para asegurarnos de brindar una buena nutrición espiritual a nuestra familia, es importante que busquemos alimentarnos de la fuente correcta, que es la Palabra de Dios. Separar un tiempo diariamente para orar y leer la Biblia nutre nuestro espíritu y nuestra alma. Así estaremos preparadas para brindar un buen alimento en nuestro hogar.
Una meta que a muchas esposas les gustaría alcanzar es que en su hogar todos puedan relacionarse armoniosamente la mayor parte del tiempo. A veces nos preguntamos por qué el esposo o los hijos parecen estar a la defensiva o hablan con sarcasmo y crítica o por qué estamos tensas y reaccionamos de manera inadecuada. Es necesario que nos preguntemos de qué se está nutriendo nuestra familia y cómo podemos nosotras hacer una diferencia.

“Según cada uno ha recibido
un don especial,
úselo sirviéndoos
los unos a los otros
como buenos administradores
de la multiforme gracia de Dios.” – 1 Pedro 4:10
Dios nos ha dotado de dones, habilidades y talentos que podemos utilizar para bendecir a nuestra familia. Cuando los ponemos en práctica brindamos alimento espiritual a los de nuestra casa. El enfoque debe ser el amor; el amor que nos enseña la Biblia. Ese amor no depende de lo que otros hagan o dejen de hacer, es el amor que fluye de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas que produce como respuesta que amemos a los demás con abnegación. Este ejemplo lo podemos ver claramente en el pasaje de la mujer virtuosa (Proverbios 31:10-31), pues todo lo que ella hace por su familia se desprende de su reverencia a Dios. En esa porción bíblica vemos que la mujer virtuosa no actúa en respuesta a las acciones de los demás, sino como un fruto de su relación con Dios.
En algunos casos, los resultados de nuestras oraciones y de nuestra entrega al hogar se demoran y podemos vernos tentadas a desmayar. Pero la Palabra de Dios nos alienta a que continuemos haciendo el bien, confiando en que a su tiempo cosecharemos. Permanezcamos firmes en la oración y en la búsqueda continua del alimento espiritual. Mientras seguimos nutriendo nuestro matrimonio y nuestra familia, seguiremos creciendo en fe y madurando como cristianas. Todo lo que vamos aprendiendo, lo podremos aplicar en su momento a nuestra vida de hogar, con la confianza de que Dios es el que obra en los corazones.

“No nos cansemos, pues,
de hacer bien;
porque a su tiempo segaremos,
si no desmayamos.” –
Gálatas 6:9
Que estemos dispuestas a transitar por el camino más excelente del cual escribió el apóstol Pablo en 1 Corintios 13, porque es esa clase de amor que cubre multitud de faltas y provoca un cambio poderoso en el hogar. Que, como la mujer virtuosa, nos levantemos con gozo a brindar alimento a los de nuestra casa, sabiendo que de Dios hemos recibido el alimento espiritual que nos capacita para hacer el bien.
Dios les bendiga!
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Amén. Gracias por el apoyo. Bendiciones!
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