“Señor, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios.”
Salmo 141:3
La discreción es definida en el diccionario como “prudencia y sensatez para formar un juicio y tacto para hablar u obrar.” La Biblia continuamente nos exhorta a ser sabias, lo cual implica hablar y obrar con sabiduría. Sin embargo, el mundo y la cultura muchas veces etiquetan a las mujeres como indiscretas y chismosas. Nosotras no estamos llamadas a seguir lo que dice el mundo, sino lo que dice la Palabra de Dios.
En Proverbios se habla mucho sobre la sabiduría, la discreción y la sensatez. Un verso de Proverbios dice: “Como anillo de oro en el hocico de un cerdo
es la mujer hermosa que carece de discreción.” (11:22). Es decir, la belleza en una mujer desprovista de discreción es tan adecuada como ponerle un anillo de oro a un cerdo. La belleza, sin discreción y prudencia, conduce a la ruina, tal como los adornos no son algo que se les da a los cerdos. De nada vale cuidar mucho nuestra apariencia externa si no nutrimos nuestro corazón y nuestro espíritu de la sabiduría que produce discreción y sensatez.

“Yo, la sabiduría,
habito con la prudencia,
y he hallado conocimiento
y discreción.” –
Proverbios 8:12
Entonces, ¿qué es lo que hace a una esposa discreta? Primero, su conexión con la Palabra de Dios. En la Biblia encontramos la fuente del conocimiento necesario para obrar de manera prudente y discreta (Proverbios 3:21). Segundo, la esposa discreta es digna de confianza pues sabe reservarse la información que escucha de otras personas, sobre todo lo que le dice su esposo (Proverbios 31: 11). Ella no anda buscando a quién contarle lo que ha escuchado, ni siquiera con la excusa de que es “para orar”. La esposa discreta guarda el secreto y lo lleva a Dios en sus oraciones privadas.
En tercer lugar, la esposa discreta sabe esperar al momento preciso para hablar con el esposo. No lo aborda en cuanto llega a la casa con una lista de asuntos y quejas que siente que necesita descargar sobre él. Ella es respetuosa y cuidadosa al expresarse. Esto me hace pensar en Ester, un gran ejemplo de una mujer discreta, que supo esperar al momento adecuado y cuando lo hizo, fue de una manera en la que su esposo no se sintiera acusado de ser manipulado por Amán (Ester 7:3). Ester declaró las malas acciones de Amán y dejó a su esposo, el rey Asuero decidir cómo proceder en cuanto al asunto. Ella respondió con sabiduría una y otra vez para hacer la voluntad de Dios en el lugar en que Él la había colocado (Ester 2:10,15, Ester 4:16).
Cuarto, una mujer discreta se cuida de causar una impresión equivocada. Como Rut, una mujer discreta y prudente, sigue los consejos de las personas que Dios ha puesto a su lado para guiarla. Toma las medidas necesarias para no provocar una impresión errónea ante los que le rodean. No se comporta de manera que llame la atención hacia ella, sino que su meta es reflejar a Cristo en su forma de hablar y de actuar (Mateo 5:16). En el libro de Rut, leemos cómo ella siguió los consejos de su suegra Noemí. Cuando dio los pasos para ser redimida por Booz, ella sigue los consejos para mantener la discreción en todas sus acciones (Rut 3:7,14). Ya ella era conocida por ser una mujer virtuosa (Rut 3:11) y cuando se resuelve el asunto de su redención, su reputación y la de Booz están intactas. Y, en quinto lugar, una esposa discreta habla con respeto y admiración sobre su esposo. No se burla de la idea de tener un alto concepto de él (Proverbios 31:23). Cuando desea aconsejar a su esposo sobre algún asunto lo hace con bondad (Proverbios 31:26). Evita faltarle el respeto con sus palabras. No se enfoca en expresar sus opiniones ni deja que las emociones dominen sus palabras. Pone su confianza en Dios para que ponga guarda a su boca (Salmo 141:3).

“La discreción es
fuente que da vida
para quienes la poseen…” – Proverbios 16:22
Vivir de manera prudente y discreta no es necesariamente algo que nos llega de manera natural. Muchas veces he fallado en no darme cuenta de que no es el momento apropiado para hablar y soy redargüida al ver el resultado de mi falta de sensatez. Pero también he visto la diferencia que hace el confiar en Dios, orar sobre un asunto, pensar en la manera adecuada de expresarlo y hablar en el momento indicado. Necesitamos la ayuda de Dios para poder lidiar con nuestra insensatez. Este es un proceso largo, pero muy bien recompensado por el Señor. Nuestro matrimonio, la relación con nuestros hijos, familiares y amistades serán impactados de manera positiva cuando practicamos la discreción.