La Esposa Discreta – Parte II

“Porque el Señor da la sabiduría;
conocimiento y ciencia brotan de sus labios.
Él reserva su ayuda para la gente íntegra
y protege a los de conducta intachable.
Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles.
Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón,
y el conocimiento te endulzará la vida.
La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá.”

Proverbios 2: 6-11

Luego de la publicación de la primera parte de “La Esposa Discreta”, una lectora me preguntó que cómo se puede ser discreta pero también transparente (sincera) cuando se necesita consejo sobre un área de vulnerabilidad ya sea personal o matrimonial. Es una excelente pregunta y la Biblia nos da la respuesta y ejemplos de los que podemos aprender.

La porción de Proverbios que comparto como encabezamiento nos lleva a meditar en nuestra necesidad de adquirir la sabiduría de la fuente correcta. Entonces la discreción y la inteligencia nos protegerán. Pero ¿de qué nos van a proteger? Del camino del mal, de las malas compañías y de los que lo tergiversan todo con sus palabras (Proverbios 2:11-15 PDT). Definitivamente, la discreción nos libra de contarle nuestras situaciones a personas que tergiversan las palabras, conduciéndote a la confusión. Desahogarte con tus amistades sobre las faltas de tu esposo no es la respuesta. Eso deshonra a tu esposo y te puede conducir por un camino torcido que terminará lastimando tu matrimonio.

Los pensamientos con el consejo se ordenan…
– Proverbios 20:18

Sin duda hay momentos en los que necesitamos ser escuchadas y aconsejadas. La Biblia nos enseña que los pensamientos se ordenan con el consejo (Proverbios 20:18). En el libro de Proverbios se repite en múltiples ocasiones que atendamos al consejo bíblico (Proverbios 3:21), que apreciemos los consejos de nuestros padres (Proverbios 13:1) y de las buenas amistades (Proverbios 27:9). Así que, ahí encontramos respuesta a la pregunta que hizo la lectora. La primera fuente en la cual debemos buscar consejo y aliento es la Palabra y a Dios en oración para que nos dirija si debemos acudir a una persona con la cual dialogar y que nos ayude a orar. Lo segundo que debemos hacer es traer a la memoria los consejos que nuestros padres nos han dado a lo largo de la vida y/o acudir a ellos si es posible. En tercer lugar, una vez hayamos orado, podemos hablar con una mujer mayor, madura en la fe, que nos pueda escuchar y aconsejar aplicando la Palabra (Tito 2:4-5).

En la Biblia se encuentran dos ejemplos de mujeres discretas que me gustaría compartir. Una de ella es Ana. Su historia se encuentra en el Antiguo Testamento (1 Samuel 1:1-28 y 2:1-11) donde nos relata que ella estaba casada pero no había podido tener hijos pues era estéril por lo cual recibía burlas y menosprecio. En lugar de responder con ira o irse a chismear con sus amigas por lo que sufría, ella fue al templo a orar por su petición: un hijo. El sacerdote Elí primero asume que ella está borracha porque ella oraba moviendo sus labios sin emitir palabra. Pero en vez de responder con arrogancia, Ana humildemente le expresa su angustia y le declara su petición a Elí. Entonces Elí la envió en paz pidiendo que Dios contestara su petición. Dios le concedió a Ana un niño que se llamó Samuel, el cual ella dedicó a Dios y fue uno de los profetas más conocidos de Israel.

La forma de proceder de Ana muestra discreción ya que ella acudió a Dios en su angustia y la persona con la que habló luego de orar, fue alguien que era respetado como líder espiritual en su comunidad. En su conversación, ella no habló mal de otras personas, sino sobre la situación que experimentaba y la petición que tenía ante Dios. El mejor ejemplo que nos da la vida de Ana es el de acudir a Dios y entregarle a Él nuestra carga. También el de buscar el apoyo en la oración.

El otro ejemplo que deseo compartir es el de María de Belén, a quien le fue concedido el gran privilegio de llevar en su vientre y dar a luz a Jesús. El anuncio y la concepción de Jesús fue sin duda algo maravilloso, pero desconcertante (Lucas 1:29). Ella fue muy humilde y discreta en su forma de proceder. Cuando necesitó de alguien, acudió a su prima Elisabeth, una mujer mayor, esposa del sacerdote Zacarías que también había quedado encinta de manera milagrosa pues era estéril (Lucas 1:39-44). Su ejemplo nos enseña a buscar aliento y compañía en personas confiables que nos ayudarán a afirmarnos en la fe.

Que su belleza sea más bien la incorruptible,
la que procede de lo íntimo del corazón
y consiste en un espíritu suave y apacible.
Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios. – 1 Pedro 3:4

Podemos ser vulnerables y transparentes sin dejar de ser discretas. Dios estima el espíritu manso y apacible (1 Pedro 3:4) de una mujer que le honra y aprende de Él para actuar de la manera apropiada en cada situación. En todo, recordemos siempre que dependemos de Dios. Lo necesitamos todos los días. Alcanzar la meta de ser una esposa discreta y todo lo que esto implica puede parecer sumamente difícil, quizás hasta imposible. Pero tengamos en mente que para Dios no hay nada difícil ni imposible (Jeremías 32:27). Confiemos a Él nuestra vida, matrimonio y familia.

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