La Esposa Generosa

“Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti. Alégrate con la esposa de tu juventud.”Proverbios 5:18(NTV)

Desde hace varias semanas he estado pensando sobre qué tema escribir. Había hecho varias notas y hasta comenzado un escrito, pero ayer leí una cita de Elisabeth Elliot que encendió la chispa de la inspiración que necesitaba. La autora escribió: “Una esposa, si es muy generosa, puede permitir que su marido esté a la altura de tal vez el ochenta porciento de sus expectativas. Siempre está el otro veinte por ciento que le gustaría cambiar, y puede menoscabarlo durante toda su vida matrimonial sin reducirlo mucho. Ella puede, por otro lado, simplemente decidir disfrutar del ochenta por ciento, y ambos serán felices.”

La realidad es que, aunque muchas mujeres se casan pensando que pueden hacer cambiar a sus esposos, se supone que esté contenta con la mayor parte de lo que su esposo representa para la relación. Evidentemente, al decidir casarse deben haber tomado en cuenta cuánto se agradaban el uno al otro. Esas cualidades y habilidades son las que debemos traer a la memoria cuando nos topamos con aquellas cosas que nos gustaría que el esposo cambie. Necesitamos “pesar en balanza” y disfrutar de lo que nos agrada del esposo en lugar de enfocarnos en lo que queremos cambiar de él.

“Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados,
porque eso nos enseña la Biblia.” – Mateo 7:12 (TLA)

Otro aspecto importante para considerar es que nosotras tampoco somos perfectas. Es muy posible que no llenemos todas las expectativas del esposo. Nos haría sentir muy mal que él se enfocara en lo que no le gusta y nos lo hiciera saber a menudo. La Biblia nos enseña a que tratemos al prójimo como nos gusta que nos traten a nosotras. Entonces, me parece que la idea de la esposa generosa de Elisabeth Elliot es muy buena pues ambos seremos felices cuando aprendemos a disfrutar del “ochenta por ciento” (las expectativas que sí llenamos).

En el matrimonio, al compartir la vida con el paso de los años, los cónyuges nos moldeamos el uno al otro. Al llevar treinta años de casados, hay costumbres que ya mi esposo y yo realizamos de manera armoniosa como si siempre hubieran sido parte de nuestra vida, frases que podemos completar el uno del otro, miradas que no necesitan palabras y tantas cosas en las que podemos ver la mutua influencia que trae consigo la relación. Eso no significa que llenamos todas nuestras expectativas y necesidades a perfección (solo Dios satisface todo nuestro ser). Tampoco significa que ya no hay cosas que quisiéramos cambiar. Lo que sí significa es que hemos aprendido a disfrutar de la relación, a respetar que somos distintos por diseño divino y eso es bueno, a aprender de nuestras diferencias. Nos hemos ido “afilando” con la ayuda y por la gracia de Dios.

“El hierro se afila con hierro,
y el ser humano aprende
de sus semejantes.” –
Proverbios 27:17 (PDT)

A veces perdemos mucho tiempo tratando de cambiar lo que pensamos que está mal o que no nos gusta, olvidando que no tenemos poder para cambiar al otro. Podemos amar, podemos orar y estar dispuestas a que Dios haga Su buena voluntad en nuestro matrimonio. Seguramente eso implique que a ti también te toque cambiar y necesitarás entender que, si es lo que Dios quiere, será agradable porque será para Su gloria.

La esposa generosa vive con gratitud, confianza y gozo porque está enfocada en la gracia que ha recibido de Dios a través de la bendición del matrimonio.

La Esposa – Con los Ojos Abiertos

“Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.” – Génesis 29:20

Mi esposo y yo estamos a pocos días de celebrar nuestro trigésimo aniversario de casados. Al pensar en el tiempo que significa 30 años, no puedo evitar recordar el versículo bíblico que encabeza este escrito, pues él me lo escribió en un papel para que lo leyera cuando apenas estábamos comenzando. Hemos atravesado muchas cosas juntos durante estas tres décadas: tiempos buenos, de salud, de disfrutar, de alcanzar metas y también tiempos difíciles, de pruebas, escasez, fracasos; pero cada etapa, cada proceso ha sido esencial para nuestro crecimiento y el tiempo no parece tan largo porque el amor ha sido constante. Por eso estamos profundamente agradecidos de Dios. Sin Su amor, no pudiéramos ni supiéramos amar.

En Consejería Pre-Matrimonial, una de las metas de los consejeros es hacer que la pareja pueda quitarse las “gafas color de rosa” de manera que comprendan que en el matrimonio van a enfrentar unas realidades para las que hace falta madurez y conocimiento de la verdad bíblica. En nuestro caso, hace tiempo que se nos cayeron las “gafas color de rosa”, enfrentamos el matrimonio con los ojos abiertos y con la gracia de Dios.

Recuerdo que durante los primeros años luchaba constantemente con la necesidad de agradar a los demás. Esto era algo que en ocasiones afectaba mi relación con mi esposo porque me incomodaba si él no se amoldaba a lo que yo pensaba que eran las expectativas de otras personas sobre él o sobre nuestro matrimonio. Mi actitud imponía un carga impropia y pesada en nuestra relación. Poco a poco, he ido aprendiendo que el matrimonio fue creado para honrar a Dios, para Su gloria, no para llenar las expectativas de la gente, ni siquiera las mías porque el amor no es egoísta. Al ir comprendiendo esto, he encontrado mayor satisfacción en mi matrimonio.

En este tiempo en el que las redes sociales pueden causar presión sobre las parejas casadas sobre cómo debe ser el matrimonio, qué actividades deben hacer los fines de semana, qué tipo de casa deben tener y cómo decorarla, a dónde ir de vacaciones, cuántos hijos deben tener y cómo criarlos, es liberador conocer la verdad bíblica de que el matrimonio fue diseñado por Dios para que lo glorifique a Él, mostrando al mundo Su amor por la Iglesia. Es maravilloso vivir con gratitud por nuestro matrimonio pues el contentamiento produce libertad de las cargas que nos imponen las expectativas irreales.

Leyendo la biografía de Elisabeth Elliot, en lo que fue su breve matrimonio con Jim Elliot (misionero que murió a manos de los indígenas a los cuales estaba tratando de evangelizar), he encontrado citas de ella mientras estaba en la misión en Ecuador, viviendo entre los indígenas, que han impactado mi corazón. Ella escribía sobre la paciencia, sabiduría y bondad de su esposo: “Nadie pudiera pedir más de la vida que ser amada como yo soy amada.” La gratitud de ella por su esposo, su admiración y respeto por él la hacían continuamente evaluarse a sí misma para reconocer sus faltas en lugar de andar culpándolo a él o a las circunstancias. La vida de Elisabeth Elliot, a quien admiro muchísimo, me sigue enseñando. Dios le dio la madurez para descubrir estas cosas durante sus primeros años de casada y era necesario, porque ella enviudó joven. ¡Qué bendición que pudo apreciar, admirar y expresar el respeto por su esposo mientras estuvieron casados!

A mí me ha tomado más tiempo aprender, pero estoy cada vez más contenta de que tengo los ojos abiertos. Primero que todo, abiertos para aprender y aplicar cada vez mejor la verdad bíblica sobre el matrimonio. Segundo, los mantengo abiertos para valorar, apreciar y admirar las cualidades maravillosas de mi amado esposo: creyente de Dios, valiente, persistente, firme, honrado, íntegro, paciente (¡gracias a Dios!), amoroso y dedicado a su familia, entre muchas otras que pudiera mencionar. Tercero, mis ojos están abiertos para identificar pensamientos, actitudes y conductas en mí que necesitan ser transformadas por el poder de la Palabra de Dios.

Al aproximarse el día de nuestro aniversario #30, nuestros corazones celebran y agradecen a Dios por todo lo que Él ha hecho. Encaramos las próximas décadas con la visión clara de que anhelamos seguir honrando a Dios con nuestro matrimonio, reconociendo que Su meta más que nuestra felicidad, es nuestra santificación y eso es bueno porque lo glorifica a Él.

Esposa, no Editora

“…una esposa regañona es como una gotera permanente.”Proverbios 19:13

Hace varias semanas una amiga me envió un vídeo corto de tono cómico sobre un esposo frustrado por la costumbre de corregirlo constantemente que tenía su esposa. Ciertamente al mirarlo, me hizo pensar ya que como he dedicado mucho tiempo de mi vida profesional a escribir, leer, redactar y corregir, tengo la tendencia a entrar en “modo editor” con bastante facilidad. Tengo que admitir que he tendido a corregir a mi esposo más de lo debido y es algo con lo que Dios ha estado trabajando en mi vida a través de la enseñanza bíblica. Vivo agradecida de Dios por tener un esposo paciente que ha sabido soportar por amor mis regaños a lo largo de los años.

En Proverbios 19:13 compara a la esposa regañona con una gotera constante. Las goteras constantes son molestosas y consumen o degradan lo que quede expuesto a su paso. Esto es similar a lo que provoca una esposa regañona en su relación matrimonial: molestia en el ánimo del esposo y desgaste de la armonía entre ambos cónyuges.

Estoy segura de que ninguna esposa cristiana desea ser causa de molestia y provocar desasosiego en la relación matrimonial. Pero en muchas ocasiones, nos dejamos llevar por nuestras emociones, o por nuestros deseos egoístas o por conductas que aprendimos en el hogar donde nos criamos. La Biblia nos advierte sobre todas estas cosas. Como esposas cristianas, estamos llamadas a actuar bíblicamente. Por lo tanto, debemos ir a la Palabra para encontrar el código de conducta para la esposa virtuosa que desea glorificar a Dios a través de su rol.

La Biblia nos enseña que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo. Por lo tanto, no estamos destinadas a ser esclavas de nuestras emociones. Podemos identificar esas emociones y decidir si deben ser expresadas, cómo y en qué contexto. Gracias al Espíritu Santo que mora en nosotras dándonos dominio propio, podemos evaluar antes de hablar y pensar antes de actuar. Tenemos la bendición de poder orar para que Dios nos ayude a manifestar el dominio propio en los momentos necesarios de manera que no saltemos a corregir o a regañar al esposo en cualquier lugar, frente a otras personas (incluyendo nuestros hijos), sino que sepamos escoger el lugar y momento adecuado para dialogar.

La enseñanza bíblica sobre el amor es consistente: el amor no es egoísta (1 Corintios 13:5). En ocasiones, podemos tender a regañar al esposo porque tenemos una preferencia sobre algo. Sea intencional o no, lo hacemos sentir mal sobre un asunto simplemente porque no se hizo como a nosotras nos gusta. Esto puede parecer sencillo, pero puede provocar serios problemas en la relación. Podemos expresar nuestra preferencia sin necesidad de ser desagradables. Podemos llegar a acuerdos sobre los asuntos en los cuales encontramos diferencias de gustos y opiniones. Siempre llevando todo asunto o situación en oración de manera que obedezcamos a Dios antes que a nuestros propios deseos.

Otra de las razones por las cuales tendemos a corregir al esposo es porque observamos a nuestras madres, abuelas o tías hacerlo y lo aprendimos como si fuera algo normal. El mandato de Romanos 12:2 es a que nuestro entendimiento sea renovado. No tenemos que seguir las costumbres familiares porque nuestras mentes pueden ser renovadas de modo que hagamos la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Parte de la voluntad de Dios para la esposa es que sea respetuosa para con su esposo (Efesios 5:33). Regañarlo y corregirlo no demuestra respeto. Incluso, algunos hombres lo pueden ver como un menosprecio. Debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotras y eso debe comenzar en el hogar. Que el esposo se sienta respetado y valorado porque cuenta con una buena comunicación con su esposa, porque pueden dialogar sobre los asuntos para solucionar conflictos de una forma madura y eficaz.

Por mi parte, sigo en el proceso de construcción. Dios continúa trabajando en mi vida de modo que pueda madurar y crecer en esta área. Él me llamó a ser esposa, no editora. Sé que, con Su ayuda, veré los frutos. No nos cansemos de hacer lo correcto en nuestro hogar. Los cambios que Dios obra en nosotras influyen en las vidas de nuestras hijas e hijos y bendicen la vida del esposo.

El Matrimonio según las Escrituras: Importancia y Trascendencia

“Todos deben considerar el matrimonio como algo muy valioso.” – Hebreos 13:4 (TLA)

En Puerto Rico y en los Estados Unidos de América, la celebración de bodas es muy popular durante el verano. Esta temporada, con sus días soleados, hace que las fotos de las bodas queden muy bonitas y el clima es generalmente bueno para la celebración. Asistir a una boda es una experiencia hermosa en la que compartimos el regocijo de la pareja y sus familias. Lamentablemente, cada año se celebran menos y menos bodas debido a que la institución del matrimonio lleva tiempo siendo desprestigiada.

El matrimonio ha estado bajo ataque por décadas. La institución del matrimonio ha caído en el deterioro debido a que se le ha restado importancia al vital significado que tiene en la sociedad. El matrimonio es la base de la familia y cuando éste se desintegra, la familia sufre las consecuencias. Por largo tiempo, hemos visto cómo el gobierno, el sistema judicial, los medios y la cultura han influido en la sociedad de manera que el matrimonio se ve como una carga, como algo menos importante que una profesión o una carrera, como un objeto de bromas. El enfoque del mundo en que vivimos es individualista, lo cual es contrario al fundamento del matrimonio que es el amor abnegado entre un hombre y una mujer.

Como esposas, tenemos el llamado de ser ejemplo para nuestras hijas y para las mujeres más jóvenes. El apóstol Pablo en su carta a Tito, capítulo 2, verso 3 instruye a las mujeres mayores a enseñar a las más jóvenes a amar al esposo. Estamos llamadas a valorar el matrimonio, demostrándolo con nuestras acciones, actitudes y palabras. En Su plan divino para la humanidad, el hombre y la mujer se complementan para crear una unión que les permite fructificar y multiplicarse. Formar una familia en la que el amor, el compromiso, la fidelidad y la abnegación son visibles en la pareja, promueve que los hijos crezcan en un ambiente estable que propicia su buen desarrollo.

A través del matrimonio podemos enfrentar asuntos de nuestro carácter que de otro modo no enfrentaríamos. Dios utiliza el matrimonio para pulirnos, santificarnos y para que nos parezcamos más a Cristo. Esa obra transformadora ocurre en el transcurso del compromiso diario y consistente entre los cónyuges. El matrimonio bíblico trae gloria a Dios. Los hijos son bendecidos al presenciar el ejemplo de padres que son guiados por el Espíritu Santo en la crianza y en las relaciones familiares.

Como esposa y madre puedo decir que he sido bendecida por el ejemplo de maravillosas mujeres que me enseñaron lo que es amar al esposo y a los hijos. Mis abuelas, fueron ambas esposas fieles y madres abnegadas. He presenciado el rol de ayuda idónea desde la “primera fila” al observar el apoyo de mi madre hacia mi padre en el ministerio, la crianza y la administración del hogar. Estas mujeres obedecieron el llamado bíblico de enseñar a las más jóvenes a valorar el matrimonio y la familia.

Creo que este tiempo es crucial para que las esposas cristianas cumplamos este llamado bíblico de transmitir a nuestras hijas y a la generación más joven lo hermoso que es el matrimonio. Que nos vean mostrar respeto al esposo, apoyarlo, acompañarlo en sus éxitos y también el fracaso, en la salud y en la enfermedad, honrando los votos matrimoniales con gozo y gratitud. Que nuestros hijos vean el matrimonio como una relación a la que deben aspirar, para la que deben prepararse y cuya importancia es vital ya que su propósito es mostrar el amor entre Cristo y Su Iglesia. Dios nos da la sabiduría y la fuerza para enseñarles a nuestros hijos y a la generación más joven el valor del matrimonio.

La Esposa – Manifestando Respeto hacia el Padre en el Hogar

“En ella confía el corazón de su marido,
y no carecerá de ganancias.
Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida.”

Proverbios 31:11-12

Para esta fecha del mes de Junio, acostumbro escribir sobre un tema relacionado a los Padres ya que en Puerto Rico se celebra el Día del Padre. El padre es una de las personas más importantes en el hogar. Junto a la madre es responsable de edificar un hogar, que para ambos debe ser el lugar más importante del mundo.

Como esposas, estamos llamadas a ser de bendición para el esposo cada día de su vida. Una de las maneras, quizás la manera más importante en la que podemos ser de bendición para el esposo es manifestándole respeto. Que cuando él entre por la puerta de la casa, lo recibamos con amor y alegría, en lugar de recibirlo con una lista de quejas. Martín Lutero dijo: “La esposa debe lograr que su marido se alegre de llegar a su casa, y él debe lograr que ella se lamente de verlo salir.”

Efesios 5:33 en la Biblia Amplificada nos dice que “la esposa debe asegurarse de que respeta y se deleita en su esposo (lo toma en cuenta, lo prefiere y lo trata con abnegación, atesorándolo, honrándolo y teniéndolo en alta estima).” Este es el mandato bíblico para las esposas: respetar al esposo, lo cual significa que debemos intencionalmente escoger el respeto hacia el esposo en toda situación. Esto es muy importante y necesario en el hogar porque nuestros hijos observarán nuestro ejemplo y lo seguirán. No podemos exigirles a los hijos que respeten al padre, si nosotras no mostramos respeto hacia el esposo con nuestras acciones, actitudes y palabras.

Puede que en ocasiones pensemos que somos más capaces o hábiles que el esposo en alguna área, pero debemos recordar que todo talento que tenemos ha sido dado por Dios. (1 Corintios 4:7) En lugar de gloriarnos por nuestras habilidades de manera irrespetuosa, podemos ponerlas a trabajar a favor de nuestro hogar y junto al esposo edificar una familia que glorifica a Dios. La gratitud por los buenos atributos del esposo y por el lugar que ocupa en el hogar es esencial en la expresión de respeto.

Como esposas necesitamos recordar que, al actuar de manera respetuosa con el esposo, le estamos mostrando amor ya que para el hombre el respeto es la expresión de amor más significativa. El esposo y padre que se sabe respetado por su esposa e hijos, se siente inspirado por ese respeto para amarlos y cuidarlos. El respeto de su familia le brinda seguridad de que está bien encaminado en su rol y eso lo motivará a mejorar cada día.

Las palabras que utilizamos al dirigirnos al padre de nuestros hijos deben ser amables, recordando que “la dulzura de labios aumenta el saber” (Proverbios 16:21). Aún cuando necesitemos confrontarlo con algo que está haciendo mal, debemos utilizar palabras respetuosas, recordando que nosotras también fallamos y estamos muy lejos de la perfección. Al hacerlo con respeto y amabilidad, el esposo puede ser más receptivo al asunto. Si él ha sufrido a causa de algún fracaso, el corazón compasivo de la esposa le ayudará a ser restaurado. Es una oportunidad para mostrar la gracia y la misericordia de Dios en el hogar.

Si anhelamos los beneficios de un hogar estable y feliz, debemos estar dispuestas a obedecer el mandato bíblico de respetar al esposo. Dios nos ayudará a ser obedientes a Su Palabra para manifestar respeto al esposo en toda circunstancia y darles un buen ejemplo a nuestros hijos. Recordemos que, al manifestar amor bíblico al esposo, mostramos amor a Dios en el proceso y traemos gloria a Su nombre.

Celebremos este Día de los Padres, manifestando amor a través del respeto hacia el Padre en nuestros hogares.  

La Esposa – Amor Agradecido

“Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa.” Salmo 127:3

Recientemente, durante mis lecturas devocionales, la siguiente cita del autor Paul David Tripp llamó mi atención: “El amor verdadero, humilde, gozoso y perseverante no nace de un sentido de obligación, sino de un corazón agradecido. Nosotros le amamos porque Él nos amó primero.” El pastor Tripp continúa reflexionando de manera introspectiva sobre esa clase de amor que describe en la cita.

Mientras leía la reflexión, pensé en el rol de madre y cómo la gratitud es una parte esencial de ese amor. En el Salmo 127: 3, el salmista expresa la bendición que son los hijos, describiéndolos como una recompensa. Este Salmo refleja la gratitud que sentimos quienes tenemos la dicha de ser madres. Ciertamente, el amor, verdadero, humilde, gozoso y perseverante nace de un corazón agradecido.

¿Es nuestro amor verdadero? El modelo perfecto del amor es el de Dios, quien nos amó primero de manera abnegada, consistente y confiable. Esa sería la forma de describir lo que es el amor verdadero, que no se desvía, que se mantiene recto. Que la gratitud por esos hijos que son como saetas en manos de valientes nos haga entregarnos a la tarea de moldearlos amorosamente y equiparlos con rectitud para la vida. ¿Podrán nuestros hijos recordar que nos esforzamos para impartirles la enseñanza bíblica con nuestras palabras y acciones?

¿Es nuestro amor humilde? La humildad que nos modela el amor de Dios debe motivarnos a agradarlo a Él sobre todas las cosas. Que, en nuestro hogar, se enfatice el hacer la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios antes que la nuestra, muestra verdadera humildad. ¿Tendrán nuestros hijos memorias de una actitud humilde de nuestra parte ante la soberanía de Dios?

¿Es nuestro amor gozoso? En lugar de amoldarnos a la mentalidad del mundo que considera a los hijos como una carga, cuando nos deleitamos por la recompensa que son los hijos, mostramos el amor gozoso. En lugar de vivir egoístamente (para nosotras mismas) encontramos gozo en servir al criar, educar, encaminar y aconsejar a nuestros hijos. ¿Percibirán nuestros hijos el gozo que experimentamos al verlos crecer y desarrollarse en la vida cotidiana? ¿Recordarán con añoranza los momentos alegres compartidos en el hogar?

¿Es nuestro amor perseverante? El fiel y eterno amor de Dios es un gran consuelo para nuestras vidas. Esa es la clase de amor que se necesita en el hogar: perseverante. Amor que no cambia frente a las circunstancias de la vida. Amar a nuestros hijos de esta manera es la mayor aspiración que podemos tener como madres y debe ser nuestra constante oración. ¿Saben con certeza nuestros hijos que los amamos, aunque no sean perfectos, aunque fallen o se alejen? ¿Experimentan en la vida diaria la perserverancia del amor que les profesamos?

La única forma en la que podemos alcanzar esta clase de amor es respondiendo en gratitud al amor eterno que Dios ha derramado sobre nuestras vidas. Ese amor nos impulsa a sembrar generosamente a través de acciones diarias dirigidas a edificar a nuestra familia, a vivir con corazones agradecidos que experimentan gozo en su rol maternal. “Porque Él nos amó primero” es la única esperanza que tenemos para que crezca el amor y gozosamente podamos compartirlo con otros, comenzando en el hogar. ¡Que este Día de las Madres sea celebrado con la verdad, humildad, gozo y perseverancia del amor que Dios nos ha manifestado!

Diferentes para Complementarnos

“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”Génesis 1:27

Desde la creación se hace claro que hay una distinción entre el hombre y la mujer. A quienes hemos trabajado orientando parejas antes del matrimonio, nos ha tocado hacerles notar las diferencias que caracterizan a ambos sexos. Se han escrito muchos libros que trabajan el tema y se han dictado cientos de conferencias sobre el mismo también. Creo que, en algún momento, todas hemos dicho o escuchado la frase: “Los hombres son así…”, refiriéndose a algo que los caracteriza y los hace diferentes a nosotras.

“Los cerebros de hombres y mujeres funcionan de manera diferente, según han demostrado los científicos por primera vez en un avance que demuestra que el sexo sí importa en la forma en que las personas piensan y se comportan.”, según estudios realizados en la universidad de Stanford. Esto crea controversia entre los académicos que piensan que es la cultura y no la biología lo que establece las diferencias entre el hombre y la mujer. La realidad es que la ciencia sigue comprobando la verdad contenida en la Biblia. Dios creó al hombre y a la mujer de formas diferentes.

Esta verdad es fundamental para el matrimonio. Cuando no entendemos que el hombre y la mujer fueron creados diferentes, el matrimonio tendrá muchos problemas. Necesitamos despojarnos de las mentiras que nos susurra la cultura humanista y mundana todos los días y revestirnos de la verdad contenida en la Biblia que es la que nos guiará para tener matrimonios fuertes.

En Génesis 2, vemos en detalle cómo fue la creación de la mujer y podemos entender que Dios crea a la mujer para que complemente al hombre de manera que puedan cumplir el propósito para el cual Él los diseñó. Se requiere de dos personas para ser fructífero y multiplicarse. Por eso Eva fue creada como una ayuda hecha a la medida (idónea) para que Adán pudiera cumplir con el llamado de ser fructífero y multiplicarse. Esto es una bendición de Dios para que cumplan Su propósito. Es interesante que Dios toma materia de un ser (el hombre) para crear otro ser (la mujer) y luego les dice que son una sola carne. Juntos se establecen en una nueva relación con roles distintos y complementarios.

Debemos aprender a apreciar las diferencias existentes entre el hombre y la mujer. El matrimonio no se trata de que mi esposo sea más como yo o que yo sea más como él. Al comprender que somos diferentes para complementarnos, comenzaremos a trabajar como un equipo (una sola carne), en lugar de permitir que las diferencias nos dividan. Nos daremos cuenta de que el rol bíblico del esposo es para el bien del hogar y de la familia, así como el rol bíblico de la esposa. Fueron diseñados para dar fruto y multiplicarse. Una de las labores principales de la pareja bíblica es dar fruto de justicia y multiplicar la fe en sus hijos.  

En una ocasión, alguien me dijo: “Tú eres la sacerdotisa de tu hogar…” Recuerdo que me sentí incómoda a pesar de que, en esa temporada, mi esposo estaba muy envuelto en su trabajo y no asistía a la Iglesia con tanta regularidad. Cuando llegué a mi casa, mi esposo notó mi incomodidad y me preguntó qué me sucedía. Le dije que me habían dicho algo con lo cual no estaba de acuerdo ya que el sacerdote (líder espiritual) del hogar era él. Aunque no me dijo nada en ese momento, luego me confesó que Dios usó esas palabras para hacerlo recapacitar sobre sus prioridades y luego de un tiempo, Dios lo dirigió a que nos preparáramos en los temas de Familia y Matrimonio. Aprendimos a abrazar nuestras diferencias en lugar de pelear a causa de ellas. Practicamos los roles bíblicos en el hogar orando y trabajando cada día para traer gloria a Dios con nuestras vidas a pesar de nuestras imperfecciones con la esperanza puesta en la maravillosa gracia de Cristo. Aceptar el diseño que Dios tenía en mente nos hace fructíferos y eso engrandece Su nombre.

Sé muy bien que la verdad bíblica es contra cultura, y por eso es tan necesario que la proclamemos, de manera que los ojos de mucha gente sean abiertos. Hoy, más que nunca debemos celebrar las diferencias que nos distinguen, celebrar la feminidad y la masculinidad bíblicas con la meta de fortalecer nuestros matrimonios y familias de manera que podamos seguir expandiendo el Evangelio a toda criatura como Jesús nos encomendó.

Fuente del estudio mencionado:
https://www.telegraph.co.uk/news/2024/02/19/men-women-brains-work-differently-scientists-discover

La Esposa – Buscando la Vida

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

Lucas 24:5

En el relato de la resurrección en el Evangelio de Lucas, encontramos a las mujeres llegando al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús con especias aromáticas. Para su sorpresa, hallan que la puerta de entrada al sepulcro ha sido removida y al entrar no encuentran el cuerpo de Jesús. Entonces dos varones con vestiduras blancas, les hacen la pregunta: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lucas 24:5) Ante el temor de ellas, los varones les explican que Jesús ha resucitado y les recuerdan las palabras de Jesús (Lucas 24:6-7).

La pregunta del versículo 5 resuena hasta hoy porque seguimos buscando en tumbas vacías, tratando de encontrar la vida que solo está en Cristo. Nos han vendido tantas ideas que suenan y parecen bonitas, que pudiéramos gastar nuestra vida en una inquieta búsqueda tratanto de llenar los vacíos de nuestro corazón. Se sigue insistiendo en que las mujeres busquen en la “tumba vacía” del “amor propio” sin entender que la única forma de conocer el verdadero amor es conocer a Cristo (Nosotros amamos, porque Él nos amó primero. 1 Juan 4:19). Nos han saturado de mensajes sobre la “auto realización” y la “auto suficiencia”, que son solo otras “tumbas vacías” que al final no brindan satisfacción real.

En esa inquieta búsqueda entre “tumbas vacías”, muchas mujeres viven deprimidas, agobiadas, desesperanzadas, con sus familias y matrimonios destruidos, porque el mundo las ha enfocado en sí mismas. Este punto de vista es esencialmente egoísta (“enfócate en ti”) y totalmente contrario a lo que enseña el sacrificio de Cristo en la cruz: el amor abnegado. La vida que nos ha dado Cristo está llena de oportunidades para darle gloria a Él cuando amamos al prójimo como Él nos amó (Mateo 5:16). Lo que verdaderamente necesitamos es a Cristo en el centro de nuestros hogares. Un encuentro con la vida de Jesús transformará nuestros corazones, nuestros matrimonios y nuestras familias.

Necesitamos recordar las palabras de Jesús, necesitamos recordar su sacrificio en la cruz y resurrección que nos dio acceso a la vida eterna. No tenemos que seguir buscando en las “tumbas vacías”, Cristo no está allí y Él es la vida abundante que nuestras almas necesitan.  Es el agua que sacia la sed para siempre, como le dijo a la mujer samaritana (Juan 4:14). No es nuestra auto suficiencia, sino en Cristo que todo lo podemos (Filipenses 4:13). No necesitamos perseguir el mito de la auto realización porque nuestra identidad está en Cristo y por medio de Él es que sabemos que somos amadas y aceptadas (Efesios 1:5-6). Ya no tenemos que buscar la auto realización en una carrera, título o estatus social. Podemos deleitarnos en el rol de esposa porque conocemos que la Biblia dice que la esposa es un tesoro, corona de su marido, regalo de Dios (Proverbios 18:22, 12:4, 19:14).

La vida que anhelamos se encuentra en Cristo. Caminar en Su voluntad nos da propósito. Vivir bajo su cobertura nos da refugio y aliento en medio de los inevitables sufrimientos que se presentan en el trayecto de nuestro caminar (Salmo 59:16). Necesitamos recordar cada día lo que Su vida logró para la nuestra, lo que implica Su victoria, lo que significa Su gracia. Solo así dejaremos de buscar en las “tumbas vacías” para encontrarnos con Cristo, con Su amor y Su gracia que nos transforman a Su imagen.

La Esposa – El Amor Ferviente

Sobre todo, sean fervientes en su amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados.”

1 Pedro 4:8

El amor es uno de los temas de los que más se ha escrito a lo largo de la historia. Poemas, libros, novelas, ensayos, artículos e innumerables pasajes bíblicos disertan o elaboran sobre el tema del amor de diferentes maneras. El amor es lo que mueve las relaciones. Por eso es y siempre será relevante hablar del amor.

En la primera epístola del Apóstol Pedro, capítulo 4 y verso 8, él escribe: “Sobre todo…” Este comienzo le da gran importancia a lo próximo que va a decir. Y lo próximo que exhorta es que seamos “fervientes en el amor los unos por los otros”. Es decir que nos amemos unos a otros con intensidad, entusiasmo, vehemencia y fervor. Y luego nos da una razón muy importante por la que debemos amar así, y es que “el amor cubre multitud de pecados”.  ¿Qué quiere decir esto? Significa que el amor conduce a la persona ofendida a perdonar al que lo ofendió. También nos dirige a buscar la restauración del pecador, que es tocado por el amor que se le ha mostrado de modo que se arrepiente y pide perdón. Según aprendemos de esta carta del Apóstol Pedro, el amor contribuye mucho al proceso de que haya perdón de pecados y que sean así cubiertos.

Indudablemente, esta clase de amor del que habla Pedro es esencial en el matrimonio. La cercanía de los cónyuges provocará que naturalmente descubran cualidades y/o hábitos del otro que no son tan agradables. La familiaridad puede causar que nos descuidemos y fracasemos en mostrar aprecio diario al cónyuge, además de las muchas otras situaciones que tienen el potencial de contribuir a que nos ofendamos uno al otro. Los cónyuges necesitan amarse con fervor mutuamente de manera que puedan pasar por alto las ofensas pequeñas y estén dispuestos a pedir perdón, perdonar y olvidar cuando ocurren ofensas más grandes. Cuando falta el amor ferviente en la relación matrimonial, cualquier palabra puede provocar sospecha, cada acción es propensa a ser malentendida, y ocurre el conflicto entre los cónyuges.

El amor ferviente quiere y busca lo mejor para la persona amada y se compromete a ser parte de lo que Dios quiere para la vida de esa persona. Recientemente, escuché un mensaje llamado “La Labor del Amor”, en el cual el Pastor Gadiel Ríos exhortaba a los cónyuges a orar de una manera que yo nunca había oído, pero que resonó en mi corazón. Decía el Pastor que debemos orar para que Dios cumpla Su propósito en la vida de nuestro cónyuge y que nosotros no le seamos de estorbo. Desde ese entonces he orado que Dios me ayude a no estorbar el proceso de mi esposo, sino a ser la ayuda idónea que mi esposo necesita para cumplir la encomienda que Él le ha hecho. Esto me ha llevado a comprender que el amor verdadero y ferviente es el que está dispuesto a entregarse de manera abnegada a la relación.

La única manera de poder amar así es mirando a la cruz de Cristo. Ése es el único modelo que necesitamos para ver cómo el amor enfrenta el pecado que amenaza con dañar nuestras relaciones. El amor de Cristo nos confronta con nuestro pecado, pero no nos da la espalda, sino que se acerca para que nos demos cuenta de cuánta necesidad tenemos de ser rescatados por Su perdón. Jesús pasó grandes dificultades e hizo el máximo sacrificio para que podamos reconciliarnos con Dios y con el prójimo. El autor Paul David Tripp escribe en su libro Nuevas Misericordias Cada Mañana: “Dios nos brinda Su amor para que podamos ser herramientas de este mismo amor en las vidas de los demás.”

Amar fervientemente es absolutamente necesario para desarrollar relaciones saludables. Un matrimonio sólido es definitivamente uno en el cual los cónyuges se aman con fervor, reconociendo cada uno sus errores, pidiendo perdón por las ofensas y perdonándose mutuamente. Cuando se ama fervientemente, se ama a propósito y con propósito porque hemos entendido el valor del matrimonio, de la familia y de las relaciones sanas. En una familia que se ama de esta manera, sus miembros se esfuerzan por darle prioridad al bienestar espiritual de los demás de manera incondicional. Por lo tanto, el amor ferviente es un amor que mira hacia la eternidad pues nos invita a ser transformados por Cristo, para Su gloria.

La decisión diaria de amar

“…no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.”

1 Juan 3:18

El comienzo de un Nuevo Año trae consigo el fijarnos metas, trazar planes, definir aspiraciones y tomar decisiones. Puede ser que nos tomemos muy en serio las metas establecidas y estructuremos un plan para alcanzarlas o puede ser que, con el paso de las semanas, la motivación vaya menguando y regresemos a las mismas rutinas de siempre. Pero entre todas las decisiones que se toman en la vida, una de las que nos marcará significativamente es la decisión diaria de amar.

Cuando leemos en la Biblia sobre el amor, vamos aprendiendo que el amor tiene mucho que ver con acción y para actuar, necesitamos tomar decisiones conscientes. La literatura popular nos “vende” definiciones “cursis” del amor que nos pueden parecer muy bonitas y poéticas al leerlas, pero que en realidad no tienen sustancia. Eso contrasta con la definición bíblica del amor cuyo fundamento y sustancia son relevantes y transformadores para las relaciones. En 1 Corintios 13:4-7 encontramos la porción de la Biblia más conocida sobre el amor: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni presumido ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

Al meditar sobre esto durante las primeras semanas del año, he considerado que la decisión que no debe faltar en mi día a día es la de amar. Parte de mi oración diaria es que Dios me ayude a hacer Su voluntad y sé que Él me ha llamado a amar a mi prójimo como he sido amada por Él (Juan 13:34, Juan 15:12). Eso es un gran llamado. Reconozco que no todos los días es tan fácil ser amorosa, especialmente con los más cercanos (esos son los que generalmente experimentan nuestras faltas con mayor frecuencia). Por eso necesito la gracia de Dios a diario y por eso, necesito estar decidida a amar.

Estar decidida a amar se puede ver cuando manifestamos paciencia con los que nos rodean, aunque no hagan las cosas como nosotras las hacemos. También cuando mostramos bondad hacia el esposo y los hijos. La decisión de amar se refleja en la humildad con la que manejamos nuestras relaciones, reconocemos nuestros errores y celebramos las bendiciones recibidas por los demás. Las muestras de amabilidad al hablar en lugar de rudeza por el exceso de confianza también son un reflejo de la decisión de amar. La abnegación hacia el esposo y la familia en lugar de ponernos a nosotras mismas en primer lugar expresa que estamos decididas a amar. El ejercicio del dominio propio sobre emociones negativas como el enojo y el rencor es una declaración de la decisión de amar. Alegrarnos de corazón por los logros del esposo y condolernos con él cuando sufre, son acciones que muestran que estamos decididas a amar de la manera que Dios nos llama a hacerlo. Perdonar, creer, esperar y soportar son decisiones que se toman en pequeños o grandes momentos del diario vivir que atestiguarán sobre nuestra decisión de amar.

La realidad es que esta es una de las decisiones más importantes que debemos tomar, pero también es una que es difícil de poner en acción sin la ayuda de Dios. Solamente cuando reconocemos que hemos sido amadas por Él primero, es que somos libres y capaces de amar.

Así que, al comenzar este año te invito a meditar sobre la decisión de amar y a profundizar sobre este tema en la Palabra de Dios. Hay mucho que descubrir y aprender sobre el amor en la Biblia. Mientras vayas avanzando en este camino del amor, verás que tus relaciones crecerán, pero primero verás un cambio en ti misma cuando tomes la decisión diaria de amar.