“De manera similar, enseña a las mujeres mayores a vivir de una manera que honre a Dios. No deben calumniar a nadie ni emborracharse. En cambio, deberían enseñarles a otros lo que es bueno. Esas mujeres mayores tienen que instruir a las más jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos…“
Tito 2: 3,4
En ocasiones anteriores he escrito sobre el tema del respeto hacia el esposo en el hogar y la importancia que tiene el respeto para los hombres en general. Pero al leer y meditar en el pasaje bíblico de Tito 2, puedo ver que no debemos descuidar tampoco la expresión de amor hacia el esposo pues la exhortación bíblica es que las mujeres maduras deben enseñar a las más jóvenes a “amar” a sus esposos.
Para enseñar a las más jóvenes, debo primero evaluar cómo estoy amando a mi esposo. Y para hacer esta evaluación, necesito ir a la Palabra, para ver cómo Dios dice que debemos amar. El pasaje bíblico más conocido sobre el amor es 1 Corintios 13, versos 4 al 7. Así que, a la luz de lo que dice la Escritura en Corintios puedo hacerme varias preguntas para meditar sobre cómo expreso amor a mi esposo.

“El amor es paciente y bondadoso.
El amor no es celoso ni fanfarrón
ni orgulloso ni ofensivo.
No exige que las cosas
se hagan a su manera.
No se irrita ni lleva un registro
de las ofensas recibidas.
No se alegra de la injusticia,
sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido,
jamás pierde la fe,
siempre tiene esperanzas y
se mantiene firme en toda circunstancia.” – 1 Corintios 13:13
El verso 4 dice que el amor es paciente. ¿Se manifiesta la paciencia en mis interacciones con mi esposo? ¿O más bien soy impaciente y condescendiente en mi trato con él? El amor es también bondadoso. ¿Sé lo que es ser bondadosa con mi esposo? ¿Soy amable y complaciente con él? ¿O es mi respuesta áspera y desagradable?
El pasaje bíblico de Corintios también dice que al amor no es celoso ni jactancioso, orgulloso ni ofensivo. ¿Siento celos de los logros de mi esposo o los celebro junto a él con sinceridad? ¿Me jacto de mis habilidades y logros en comparación a los de él? ¿Soy arrogante y pienso en mí misma como superior a mi esposo? ¿Lo ofendo faltándole el respeto con mi forma de hablarle? ¿O me alegro por sus triunfos, evito las comparaciones presuntuosas, pienso en su bienestar como prioridad y me dirijo a él de manera respetuosa tanto en público como en privado?
El amor tampoco se irrita y no guarda registro de las ofensas que ha recibido (no guarda rencor). Estas características del amor son difíciles de aplicar en la vida diaria, especialmente la de “no irritarse”. La convivencia de los cónyuges bajo el mismo techo trae consigo situaciones que pueden ser frustrantes e irritantes. Pero es importante recordar otro mandato bíblico que nos dice que no dejemos que “se ponga el sol sobre nuestro enojo”. Es decir, que podemos lidiar con las situaciones irritantes dialogando y dando espacio para explicar las razones de una acción o reacción sin brincar a conclusiones. Eso ayudará a que la comunicación fluya y el conflicto (o factor irritante) se resuelva. En el matrimonio no debe haber lugar para el rencor. El amor perdona y ofrece una nueva oportunidad al cónyuge. Así que, si nos pasamos sacando la lista de las faltas del esposo, debemos reconocer que no estamos amando como Dios nos llama a hacerlo. Por lo tanto, necesitamos arrepentirnos y dejar que Dios nos ayude a cambiar nuestra manera de pensar y de actuar.

“Además, «no pequen al dejar
que el enojo los controle».
No permitan que el sol se ponga
mientras siguen enojados…” – Efesios 4:26
La Biblia dice que al amor no se alegra de las injusticias, sino que se regocija con la verdad. En la vida enfrentamos injusticias que duelen, ¿cómo reacciono cuando mi esposo sufre una injusticia? ¿Me alegro de que aprendió una lección, me enojo contra los que la cometieron? ¿O en lugar de eso, lo acompaño en su sufrimiento sin juzgarlo, sino con la intención de motivarlo a levantarse sin alimentar el rencor a los que lo lastimaron? ¿Hablo la verdad con amor para edificar la vida mi esposo o pienso que debo decirle “las verdades” para que “cambie”? Son las verdades bíblicas las que transforman a las personas y no mis impresiones de “la verdad”.
El amor nunca se da por vencido. ¿Permanezco junto a mi esposo frente en toda circunstancia, como prometí el día de la boda? El amor nunca pierde la fe. ¿Me mantengo confiando en la obra de Dios y creyendo lo mejor de mi esposo para mostrarle mi respeto y admiración en lugar de enfocarme en sus debilidades y fracasos? El amor tiene esperanzas. ¿Estoy dándole a mi esposo el apoyo que necesita para lograr las metas que nos llenan de esperanzas, o en lugar de eso lo desanimo con mis críticas y falta de confianza? El amor se mantiene firme en toda circunstancia. ¿Fluctúa el amor por mi esposo cuando las cosas no van como yo esperaba, o perdura y se mantiene constante?
El amor es el camino más excelente. Es el camino por el cual debemos andar y el matrimonio es uno de los escenarios en los que Dios nos hace aprender a amar y crecer en amor. Si te hiciste estas preguntas conmigo, puede que, como yo, hayas encontrado algunas áreas que necesitas entregar al Señor en oración, arrepentirte, pedir perdón a tu esposo y seguir creciendo con esperanza. Recuerda que el amor es el mayor de las tres cosas que perdurarán para siempre (1 Corintios 13:13), así que no te rindas. El Dios que nos amó primero nos ayudará a mostrar Su amor en nuestro hogar para que nuestro matrimonio glorifique a Cristo.

















